Elvis está vivo, me lo dijo un amigo, cuando el sol empezaba a caer...
Así comienza una canción de Andrés Calamaro. Si está vivo o no, nunca lo sabremos. Pero desde luego Graceland, que es su finca en Memphis, su casa de toda la vida (la compró con 22 añitos...), está vivita y coleando. Miles de personas la visitan a diario y es lugar de peregrinaje para los "Nominators", esos frikis que se visten de Elvis, cada aniversario de su muerte.
Ayer tuve la oportunidad de visitarla. Todo un homenaje a la ostentosidad. Cada salón con una barra de bar, pantallas de televisión por todas las paredes, espejos, esculturas imposibles, dorado por aquí y por allá...Ahora eso sí: premios y discos de oro, platino y demás por todas partes...Y sus trajes ¿cómo no? Esos trajes sencillos, de campana y pecho al descubierto, con su capita y sus miles de lentejuelas o piedras colgadas...Por no mencionar el museo de coches: 2 Roll Royces personales, un par de Cadillacs, un Ferrari y otros tantos coche de superlujo y motos. Y por supuesto sus dos aviones privados: una avioneta y un avión, que a mi me pareció del mismo tamaño que el que hace el recorrido Jerez - Madrid, es decir, un avionaco, vamos.
Las fotos de él que adornan todo el museo hablan mucho, muchísimo, de sus etapas. La etapa juvenil, con un Elvis que se salía del pellejo, sonriente y alegre, dista mucho de su última etapa, después de su divorcio...un hombre deprimido, sudoroso, con unos kilitos de más y cantando con la mirada ida y una desgana que causa congoja al verlo.
Murió con 42 años. Lo tuvo todo, pero no fue capaz de bailarle el rock´n roll a las drogas. En la parte de arriba de su casa, en su habitación, fue descubierto desplomado en el suelo, en agosto de 1977. Pero esa habitación, precisamente esa, es la única parte de la casa que no se puede visitar...