Me siento hoy delante del ordenador, cuando estoy ante las últimas horas de la última guardia (penúltima, se suele decir) que voy a hacer en Murcia, como cirujano pediátrico.
Han sido 8 años de camino profesional y personal entre huerta y el Puerto de la Cadena. 8 años de aprendizaje, 8 años que tengo la sensación de haber recibido mil veces más de lo que yo he sido capaz de darte.
Murcia, me has dado mi profesión, mi vocación, me has dado mi matrimonio y me has dado amigos, me has regado con amor y con vino de Jumilla. Me has regalado la sonrisa de tus críos y los ojos de las zagalicas.
Nos recibiste a Mari y a mí, en primavera, y en primavera te decimos hasta pronto. Y nos llevamos de ti, lo más importante y valioso que tú nos podías haber regalado en este período: dos murcianas, para toda la vida.
¡Cómo no te voy a decir: gracias!
sábado, 30 de marzo de 2013
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