La gente me pregunta.
- Cuando vaya a Cádiz ¿Qué hay que ver? y ¿Dónde comer? Lo típico, ¿no?
Entre mis respuestas, siempre hay una que no deja indiferente a nadie que la visita. Es la Torre Tavira. Esta torre, situada en uno de los puntos más altos de nuestra plana ciudad, posee una cámara oscura desde hace ya unos años. Es un privilegio poder observar todo Cádiz, primero a través de un sistema de luces y espejos y luego, en vivo y en directo, desde la azotea de esta centenaria torre.
El contraste entre el blanco de sus casas, con el azul del cielo y el mar, la cúpula amarilla de la Catedral Nueva y un montón de torres miradores, saltando entre las antenas y edificios, resulta espectacular.
Y si seguimos ahondando en las azoteas, podremos encontrar las ropas oliendo a limpio, agitándose en los tendederos. Las macetas fresquitas, recién regadas, alguna de marihuana habrá, digo yo. Los ruidos de las calles, las voces de los viandantes y los vecinos. El olor al puchero recién hecho.
Y en carnavales, en los antiguos carnavales, un local de ensayo, un “lavaero”, donde golpear un bombo y una caja, suavecito, con esas voces de prodigio…
Esta preciosa foto es de Andrés Martínez Casares (photoamc.blogspot.com)