martes, 31 de marzo de 2009

La música del incienso

Yo escucho de todo. Veréis, igual un día hago por bajarme un CD hiphopero de la Mala Rodríguez, que me meto entre pecho y espalda la 8ª sinfonía de Beethoven. A mí tanto me da.
Soy un musicófago. Ingiero (y digiero también) música. Por escuchar, escucho hasta a David Bisbal (que tanto le gusta a Mari...).
Ahora por estas fechas, que ya escuchar carnaval te da hasta yuyu, estoy enganchado a la música de semana santa. Sí, amigos. Soy un flipao de las marchas procesionales. Lo reconozco. Y no me disgusta nada. Al contrario. Es una preciosidad.
Para mí la semana santa es independiente del consabido e hipócrita dicho de "es que la semana santa es to los años lo mismo y el dineral que se gastan en los pasos y bla bla bla...". A mí me parece una exposición de arte y de folklore impresionante. Eso sin ser creyente. Teniendo fe, ya es otra cosa, pero no me voy a poner aquí a dar moralinas. Cada cual haga lo que le salga del níspero.
A lo que iba. Es una pasada estar en cualquier calle de Cádiz y verte un palio moviéndose con ese arte y esa gracia tan marinera. Oliendo incienso, escuchando el redoble de tambores de fondo y siguiendo con la vista cómo los cargadores van "bailando" la marcha procesional. No tiene desperdicio.
Y la música cofrade, es un género en auge. Son auténticas obras de arte musical al servicio del culto a la fe.
También hay quien la versiona, por ejemplo aquí os dejo el enlace de la página http://www.patrimoniomusical.com/ área de descarga, MARZO 2009), donde el Catedrático de Guitarra, don Rafael Moreno nos deleita en el concierto que dio en la Basílica de la Macarena hace unos días.
Incluso se ha llegado a utilizar en el cine. Si habéis visto "Alatriste", la escena final lleva por fondo los compases de "La Madrugá". Yo casi salto en el cine de la emoción, cuando la vi. Qué cojones tiene el Alatriste este..."Esto es un tercio español".

sábado, 28 de marzo de 2009

El poder del levante o de la levantera

El levante y el poniente son los dos vientos más preponderantes en mi tierra natal. Por un lado, el levante trae calor y mala leche. El poniente, fresquito y una rebequita.
La ministra de Igualdad se pondrá muy contenta de saber que en Cádiz (me imagino que lo sabrá, vamos) se puede hablar del LEVANTE o LA LEVANTERA (según Pedro M. Payán en EL HABLA DE CÁDIZ. Quorum Libros Editores. 6ª ed. 1993, "Levantera: intensidad moderada del viento de Levante").
Y este viento tan peculiar, hace que perdamos el coco, la chaveta, la chorla, con relativa facilidad. En Cádiz al parecer, todo el año sopla el levante, porque no nos enteramos de ná, como dirían esos "enteraos" del Selu, valga la redundancia.
En esta bendita tierra, nos comen la merienda pero, insisto, el viento de levante nos nubla la visión.
Me ha llegado hoy un correo electrógeno muy gracioso. Es un powerpoint con todos los enchufes alevines, de un partido político afincado años ha, en Andalucía.
Andalucía, para que lo entendáis, es su cortijo y ellos, los señoritos.
Pues bien me he quedado flipado viendo los currículums de esos chicos y chicas de mi edad, prácticamente, que con ayuda de un empujoncito del viento de levante, han ascendido escaños y peldaños, hasta llegar a puestos de cierta importancia en el Gobierno Autonómico.
Son esas cosas tan simpáticas que hacen que sonría y menee la cabeza cuando escucho a mi pueblo clamar que "Cádiz es de izquierdas". Pues muy bien. Ya veis, queridos paisanos, que mientras vosotros proclamáis vuestra aversión al pepeísmo de la Teo, vuestros hermanos de partido, se reparten cargos entre sus jóvenes hijos, mientras un montón de gaditanos están desperdigados de Nueva Zelanda a Fernando Po.
"Y como a mí todo me da igual, me colocó de Ministra de Igualdad"... No os perdáis esta chirigota de Cádiz llamada "Semana Cultural Versalles-Viña" y el repasito que le dan a doña Bibiana. Un pelotazo.

El video, bajado de YouTube, pertenece a www.muchocarnaval.com.

martes, 24 de marzo de 2009

El viaje de tu vida

En esta vida hay muchos viajes.

Para empezar, el que te regalan tus padres, cuando tú, siendo un vulgar espermatozoide, viajas hasta el útero para encontrarte con tu otro "yo", el óvulo.

Luego, están los viajes de fin de curso del colegio o el primer viaje en tren o en avión. O la primera vez que viajas en coche.

O el primer viaje que haces con tu pareja, a un destino romántico, dígase París, por ejemplo.

Y el viaje de la luna de miel, a un lugar exótico, recién casados.

Luego están los viajes de los amigos de toda la vida, que una vez al año se juntan y organizan un fantástico tour por España y Portugal.

Y el viaje con tus hijos a Disneyland o a Las Canteras de Puerto Real.

Probablemente algún día te despidas de tu hijo y te toque llevarle al aeropuerto porque de viaje se va, buscando curro a otra ciudad.

Para ir acabando, el penúltimo viaje. Ese que nos conduce a lo desconocido, de donde nadie vuelve. Al cielo si eres bueno, al infierno si malvado fuiste.

Y ya el último. El viaje que muchos no hacen porque no quieren o no pueden decidir. Un viaje que es casi tanto o más fascinante que el primero que he relatado.

Un viaje a distintos lugares en el mismo tiempo. A distintas personas en la misma noche. Estoy hablando de la donación y el trasplante de nuestros órganos, puesto que anoche mismo pude asomarme a uno de ellos. Es el viaje de un hígado, un corazón, unos pulmones, unas córneas, un intestino o unos huesos. Un viaje esperanzador.

Resulta curioso combinar en el mismo espacio y tiempo, dolor y esperanza. Donde unos sufren y lloran, otros lloran y esperan. Donde un niño aparentemente se acaba, otro niño comienza. Y todo esto gracias a la maquinaria de las unidades de trasplantes. Cirujanos y enfermeros que se ponen en marcha, viniendo desde diversos lugares, en avionetas, para recoger, mimar y viajar con el órgano deseado hasta el lecho de sus pacientes.

Es el mejor viaje que podemos hacer. El mejor viaje que podemos regalar. En una misma noche, una o varias personas pueden seguir viajando gracias a ti. Y eso, amigos míos, no tiene precio.

jueves, 19 de marzo de 2009

El Oscuro Poniente de Cádiz

Tumbado sobre la cubierta de la pequeña embarcación, notaba sobre su espalda el dulce golpe de las olas contra la quilla. Minúsculas, milimétricas, gotitas de agua del mar iban salpicando su cara y su pecho, refrescándolos. Su tez morena y su barba de muchos días, tenía el salitre reseco en la superficie. Hannón era un hombre de unos cuarenta años, con pelo castaño corto y una musculatura descomunal para la baja altura que poseía. Sus compañeros de embarcación se reían de él, a menudo, debido a ser el capitán de navío más bajo que existía en todo Tiro. Pero le respetaban y temían como a una vara verde.

Alguien gritó una orden y la embarcación viró al unísono unos veinte grados a estribor. El viento soplaba a su favor. Melkart había sido generoso con ellos porque habían hecho un sacrificio con palomas en la costa africana, durante unos días antes.

No era un secreto para nadie, el hecho de estar surcando unas aguas desconocidas. Aguas en las que nadie se había atrevido a navegar. Monstruos marinos y el fin del mundo amenazaban con recortar sus vidas más de lo normal.

Pero Hannón era un jefe con dos cojones. Nadie ni nada le hacían temblar.

- El mar, aunque hagas las cosas bien, siempre te acaba comiendo - solía decirle a sus marineros.

Siguieron adelante porque, entre otras cosas, había pasta de por medio. El faraón Necao había prometido un buen pellizco si lograban encontrar Tartessos, la tierra donde el oro y la plata no tenían fin.

El viento había cambiado, y eso hizo presagiar a Hennón que pronto deberían tomar tierra para no tener que navegar de noche, puesto que en esa época del año no era peligroso la navegación diurna, en unas aguas tan poco transitadas.

De repente, Eleazar, uno de sus marineros más jóvenes, gritó algo ininteligible. Eleazar vigilaba la proa y todo lo que hubiera flotando o a lo lejos. Al repetir el grito, ya logró entender lo que decía. Tierra. A la vista.

Efectivamente, a lo lejos, una bruma negruzca, azulona oscura, que a cualquier humano le hubieran parecido nubarrones muy bajitos, a Eleazar (que tenía un olfato marino fuera de lo normal), le pareció, directamente tierra. Manda huevos.

Hannón fue hasta la proa, mientras gritaba a los remeros, dos filas de veinticinco a cada lado de la pentecontera, que fueran dejando los remos tranquilamente.

No se distinguía bien esa supuesta tierra que el niñato de Eleazar había gritado a los cuatro vientos. Pero, diablos, probablemente lo fuera.

Se fueron acercando durante cuarenta largos minutos hasta una distancia de unos doscientos metros de la playa. Una playa vacía, desierta. El sol estaba ya casi al nivel del mar y empezaba a refrescar la tarde.

En un pequeño bote, llegaron a la playa y vieron que era de una arena exquisitamente blanca y fina. El azul del cielo era ligeramente diferente al que había visto en toda su vida de marinero. Y las aguas, también. Resplandecían con el brillo de los últimos rayos de sol.

Se sorprendió a sí mismo, sonriendo. Entornó los ojos, miro a izquierda y derecha, y a nadie vio en aquellas tierras lejanas. De repente, pensó en construir allí su recinto amurallado. Sí, aquella tierra tan bella, sería su resguardo. Gadir. Recinto amurallado.

En medio de la playa, rodeado de cuatro hombres, con los pies firmes en el suelo, miró al cielo y empezó a sentir que el viento había cambiado. Ahora soplaba, para él, el oscuro poniente de Gadir.





Tumba fenicia en la Ciudad de Kerkouane, con un fresco en su interior que representa una ciudad amurallada, que es justo lo que significa Gadir.
(tomado del blog: www.herakles-melkart.blogspot.com)

lunes, 16 de marzo de 2009

El arte de los muertos

Aunque me dedico (gracias a Dios) a los vivos, el mundillo de la muerte y todo lo que la rodea siempre ha despertado en mí una gran curiosidad.


Recuerdo de pequeño, cuando el Día de los Difuntos, nuestros padres nos llevaban al cementerio de Algar (Cádiz) para poner flores frescas y adecentar las tumbas de nuestros abuelos y tíos. Mientras tanto, los primos (ahora mismo recuerdo a Isabelita, a Miguel Cordón, a Leo Vallejo...), curioseábamos entre las viejas y destrozadas tumbas. Recuerdo que incluso encontramos una abierta y maltrecha, que dejaba entrever un cráneo seco y polvoriento. Cosas de niños.


Luego, las pelis de miedo. Que aunque ahora hace tiempo que no veo ninguna, siempre me han llevado al borde del "cague". Y las series: ahora soy un forofo de C.S.I. y no me pierdo un capítulo.


Y, por último, los años de carrera: las prácticas en cadáveres y como colofón, la asignatura de Medicina Legal y Toxicología impartida por el Dr. Romero Palanco, que acaba de fallecer hoy.


Un hombre educado y muy inteligente, que supo despertar en (yo creo que todos) sus alumnos una pequeña vocación de forense e hizo que una asignatura se convirtiera en inolvidable durante aquel año de sexto de Medicina.


Llenó sus clases de anécdotas y detalles que ni imaginábamos, como las diferentes moscas que se acercan a los cadáveres según el período de descomposición. Nos enseñó a leer huellas dactilares a analizar manchas de sangre y semen. Y aunque eso, a la mayoría, no nos servirá de gran ayuda, sí que sacia la curiosidad que anida en todo ser humano sobre todo lo relacionado con el ocaso de nuestras vidas.


Paradojas del destino, el Dr. Romero Palanco ha sido encontrado muerto en su despacho de la facultad. Él, que tantos escenarios de crímenes habrá tenido que analizar. En su caso, parece que un infarto ha sido el causante del fallecimiento.


Una lástima para la comunidad médica gaditana y para la Universidad de Cádiz, que pierde a uno de sus mejores (con diferencia) profesores. Profesor, con mayúscula. Descanse en Paz.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La luna llena

Dicen que con la luna llena, todo se altera. Hay más partos, más suicidios, más violencia. La luna ejerce un poderoso efecto sobre el comportamiento humano, alterándolo inequívocamente.


Quizá por eso anoche un taxista jubilado de setenta y cuatro años, afecto de asma y con la sensación de que nadie le había hecho caso, cogió su revólver (encontrado durante sus años de profesión en Barcelona, y que alguien dejó olvidado en la parte trasera de su taxi), y disparó contra la médico que le atendió en el Centro de Salud. Resultado: un herido de gravedad y ella, muerta. Treinta y cuatro años, una niña de dos años y una familia missing.


Uno se va realmente cabreado cuando sale del médico y cree que no le ha hecho ni caso. O te toca una vieja doctora que pasa de ti y ni te mira a la cara mientras escribe tus síntomas, o te toca un niñato recién acabado, con el título sacado en una tómbola, al que sus nervios y sus formas le delatan una inexperiencia descomunal.


La gente agrede al personal sanitario y la sociedad se queda tan pancha. Y todo por el puro convencimiento de que "es que hay médicos que son para echarlos" o "es que las enfermeras tienen tela marinera".


Aquí no pasa nada. Pero si te cuento que la mayoría de los médicos (hablo por mi gremio), tienen que estudiar 6 años, más un año después para sacarte el MIR y luego otros cinco años más para una especialidad como Cirugía Pediátrica, por ejemplo, resulta que has estudiado más que cualquier madre o padre sabelotodo que te mira de arriba a abajo como si fueras un bicho raro.


Y si además resulta que tienes 6 ó 7 guardias al mes de 24 horas, pagadas peor que otros gremios (véase señora de la limpieza, véase fontanero, véase mecánico de automóviles... con todos los respetos).


Y si además resulta que no coges tu día libre, saliente de guardia, porque tienes que seguir atendiendo a la población y que dedicas parte de tu tiempo libre a seguir estudiando para mejorar tus conocimientos.


Y si además te cuelas con cuarenta tacos, dos niños en el mundo y sin plaza fija, con la inestabilidad de asumir que el día de mañana te pueden pegar una patada en la espalda y mandarte al carajo... Pues todo se complica. Pero eso la gente no lo ve.


Los médicos viven bien.


Esa es la opinión generalizada. Y por eso mismo vivimos tan bien, que no hay cuerpos de seguridad en casi ningún centro de salud y en hospitales, para velar por nosotros. Estamos vendidos. Y hoy, desgraciadamente, se ha vuelto a ver. Y no cito la cantidad de agresiones verbales y físicas que se dan a diario. Por eso mismo, vivimos de puta madre. Porque a estas horas, le están extrayendo los órganos para trasplante a una compañera que tiene cuatro balazos en la cabeza, y que no podrá ver crecer a su hija, ni su hija podrá verla envejecer. Pero, claro, los médicos viven bien.


La culpa al final va a ser de la luna llena.


martes, 3 de marzo de 2009

El Auténtico Kung Fú

¡Qué os voy a contar! Han sido unos carnavales excepcionales. El romancero en la calle ha estado muy bien. Hemos salido menos días debido a deberes laborales e incluso faringoamigdalitis inoportunas, pero los días que hemos estado lo hemos pasado, como siempre, a lo grande.

Me quedo con varias cosas:

- Lo primero, el ánimo y la proposición indecente de Mari, porque si no llega a ser por ella, no me pongo las pilas para escribir.

- Lo segundo, la ayudita y fiel colaboración de Ful, sin el cual no hubiera sido posible de ninguna manera salir este año. Has sido mucho más importante de lo que crees, querido amigo.

- Lo tercero, mi padre y sus cartelones, que espero haber estado a la altura de su arte como carpintero.

- Lo cuarto, la casa de la abuela de Mari, donde nos cambiamos y donde hacemos el último ensayito antes de salir. Es un pelotazo contar con una casita en pleno centro de Cádiz.

- Lo quinto, los libretos de Jose y COPIGRAF, que generosamente nos hacen todos los años.

- Lo sexto, la gente de la calle, que como todos los años, nos ha buscado (sobre todo, nuestros amigos, claro está) y nos han preguntado por aquellos Epi y Blas.

- Y por último, mi compañero de fatigas, Sergio, que este año, por séptimo consecutivo ha hecho que los carnavales sean de auténtica categoria.

Gracias a todos, porque hemos logrado llevar a la calle nuestro romancero y hacer reír a la gente, con EL AUTÉNTICO KUNG-FÚ.