Bueno, queridos lectores,
Hoy me deprimo, nada más ver lo poco que he escrito este año 2012. Conforme pasa el tiempo esta piedra la tengo más abandonada. Pero no importa. La piedra sigue ahí, cubierta por la pleamar y en bajamar aflorando.
Por otro lado, necesitaba compartir con vosotros la maravillosa sensación que tuve este verano en Cádiz.
Era una noche de Julio o Agosto, no recuerdo, cuando nos fuimos a tomar unas cañitas al Adobo, junto a la Plaza de San Francisco. Estábamos allí sentados, tan contentos, Lucía, Santi, Mari, Las Cármenes y yo.
De repente, en mitad del estío veraniego, y del trasiego de turistas por esas callejuelas, en pleno verano, unas notas de guitarra combinadas con unos quejíos con mucho arte, se deslizaron por esa calle Rosario, hasta llegar a nuestros oídos.
Sin pensarlo Santi y yo, cogimos a las 2 niñas y nos dispusimos a ver de dónde provenían tales acordes musicales. Y no podía ser de otro sitio (la familia Romero Vallejo lo sabrá mejor que nadie), que de la Peña Los Dedócratas, donde se encontraban un grupo de unos 10 o 15 hombres, cantando coplas antiguas. Pero bien cantadas. Con empaque, que diría mi jefe.
Allí que fuimos nosotros 4 (Mari y Lucía se quedaron charlando en la terracita), y, pidiendo permiso a la camarera, nos metimos al fondo de la Peña. Allí, mientras cantaban, con miradas de aprobación, nos permitieron sentarnos puesto que íbamos con 2 menores. Las niñas, qué decir, poco más que fliparon ante tal colosal despliegue de voces y de arte, en primera fila.
Pasamos un ratito de lo más divertido. Un rato de esos que no se olvidan y me quedé, nunca mejor dicho, con la copla, ante la insinuación de que "estos carnavales nos presentaremos al concurso".
Dicho y hecho: hoy los he visto en una página afín al carnaval de Cádiz (La Trastienda del Carnaval, que la lleva a cabo Serafín, padre de mi buen amigo Lolo). Su nombre, para el próximo carnaval 2013 será: LOS BOTONES DEL HOTEL CÁDIZ. Les deseo lo mejor, por habernos ellos deleitado, gratuitamente (en los tiempos que corren), con esas coplillas veraniegas, a las que Las Cármenes atendieron entusiasmadas.
Suerte!