martes, 27 de enero de 2009

984 kilómetros

Cuando cerró la puerta de su casa, volvió la cabeza para echar una miradita. Una mirada rápida, de reojo. Una mirada simpática y descarada, como ella. Supo que no volvería más a vivir allí, pero las puertas que se le abrían por delante eran muchísimo más atrayentes en ese momento de su vida.
Con la conciencia tranquila y las alforjas llenas de ilusión, se hizo a la mar y navegó los 984 kilómetros que separan una ciudad de la otra.
Las tormentas y los huracanes llegaron. Pero ella los pasó y los pasa de largo, pues es mujer de altos hornos, a la que dos gotitas de lluvia y un poco de viento no le hacen temblar. Y como en Million Dollar Baby empezó a ganar combates poco a poco. El día que conoció a su hombre supo definitivamente que los 984 kilómetros no los volvería a recorrer más a la inversa. Su lugar estaba allí. Su sitio estaba allí. Volvería a casa, pero casada.
Y de repente lo entendió todo. Entendió el porqué le sentaba tan bien el traje de gitana que su madre le ponía de pequeña. El roete y la peineta. La flor en el pelo. Todo. Entendió que el gaditano nace donde le da la gana. Y comprendió más tarde, que los novecientos ochenta y cuatro kilómetros son pura anécdota para ella. Porque ella ya lleva en las sienes más de tres vueltas al mundo (y las que le quedan). Así que comprenderán ustedes, que sólo esos kilómetros, 984, no son suficientes para separar Bilbao de Cádiz. Ella nació allá, pero es de aquí. Muy difícil de explicar. Un abrazo.

Mari y Óscar

1 comentario:

ainhoa dijo...

Ay,ay,ay....no se que decir....
GRACIAS, MIL GRACIAS...
escribes como si te lo dictaran los mismos angeles hijo!, no se te resiste nada, eres grande, yo no lo podia haber explicado mejor y te voy a pedir permiso para llevarmelo en unos dias a mi blog porque quiero enlazarlo con algo que quiero contar, respecto a mi peineta, mi flor en el pelo....
como lo has descrito tan bien pues eso que espero tu permiso...
Y nada que MUCHAS GRACIAS A LOS DOS.
UN FUERTE ABRAZO.