domingo, 30 de noviembre de 2008

Los Sapos (Tercera y última parte)


Y por fin llegó la noche en que Manolo y yo jugamos una partida a la escoba. En el verano de 1999, una noche en que no había ningún motivo para ir a los chiringuitos y a los bares de copas de la zona, nos refugiamos en una partida de carta, una guitarra y unos pelotazos (en Cádiz, pelotazo es el sinónimo de "chorro", "cubatazo", etc).


De repente, Manolo, sacó de no sé dónde, un sapo disecado que le había regalado una tía suya en un viaje a Perú. El sapo, bastante bien conservado, por cierto, se convirtió en un pasajero más de aquel tren que partió aquella noche hacia el país del cachondeo y la música. Bautizamos al animal como Platón.


Ya llevábamos Manolo y yo dándole vueltas a la posibilidad de hacer algo de música diferente. Con Octubre cantábamos siempre los mismos temas y nosotros necesitábamos, queríamos hacer más versiones de El Último y de Manolo García. Y nos planteamos crear un grupo. Así, se lo comunicamos al resto del grupo que más o menos lo aceptó. Isa, Juan Carlos y Pepe fueron los primeros grandes seguidores de este nuevo grupo y así nos lo demostraron viajando y estando con nosotros en muchísimos conciertos.

En el coche de Isra, un Ford Fiesta que hizo muchos kilómetros, con unos caretos que vaya vaya...

Y empezó el grupo. Manolo y yo creíamos que faltaba alguien en el grupo. Alguien que musicalmente le gustara lo que queríamos hacer. Y ese, sin lugar a dudas, era Isra. Ya éramos 3. Perfecto. La guitarra, la percusión y la voz. Así fue como empezamos a ensayar en casa de Isra, mayoritariamente, y empezamos a utilizar temas que el bueno de Pepe nos escribía para que Manolo le sacara una buena música.




El nombre del grupo, fue bastante fácil de recordar. Platón, el sapo disecado, nos lo ofreció a cambio de nada. Fue un intercambio bastante generoso. Nosotros le dimos un nombre y él nos lo dio a nosotros. LOS SAPOS.


No recuerdo bien cuál fue el primer concierto. Pero sí recuerdo que en el Memphis tuvimos gran éxito. El Memphis es el típico pub de jueves y viernes noche, con billar, máquinas, mesas y sillas. Allí fuimos una noche y al final de la actuación el dueño nos pasó un papel que ponía "si queréis, anunciaros para la semana que viene" y así una y otra y otra semana estuvimos llenando el Memphis (con amigos, fundamentalmente) y pasándolo bien. Y de paso, ganando algo de dinero, que de estudiante, no venía nada mal. Recuerdo como viniendo de Algar (un pueblo de la Sierra de Cádiz), parábamos en pleno campo para, con las luces del coche apagadas, ver la estrellas en el cielo más estrellado que os podáis imaginar.


De un concierto casi siempre salía otro para cantar en el Yogui, en San Fernando, en Algar, en Arcos (ante mil quinientas personas en las carpas de verano), en Marbella, en Sevilla, en Chiclana, en Ubrique, en El Bosque y no recuerdo qué sitios más, si es que los hubo.



Como siempre en el Memphis, nuestro lugar de conciertos más multitudinarios...ante nuestros amigos (yo siempre llevaba ese atril por delante porque se me olvidaban todas, TODAS, las letras de las canciones)



Fue una época muy feliz porque la música nos unió a los tres durante mucho tiempo, sin forzarnos a estar juntos. Cada uno tenía (y tiene) su vida, somos amigos, pero la música es la piedra angular, la piedra cuadrá, frente a la que nos reunimos.


Gracias Manolo y gracias a Isra, por compartir estos años. Los Sapos no se separaron ni dejaron de cantar ni nada por el estilo. Simplemente al venirme a Murcia, no encontramos el momento para cantar y, de momento, estamos en un período vacacional, que en cualquier momento se puede romper, para volver a juntarnos.


Espero que no se os haya hecho pesado este triple relato pero necesitaba que estas ideas quedaran escritas y, de paso, enseñaros las canciones cantábamos.


Ahí van alguna de ellas.


3 comentarios:

ainhoa dijo...

A mi me ha encantado conocer tu pasado farandulero jejejejeejj que divertido. Mas completo no se puede ser hijo, lo llevas to pa lante ¡ole tu!.
un besazo.

Paul Spleen dijo...

Hombre, el atril tapaba al guitarrista, y está feo eso. ;o) Pero voy más allá: ¿qué hacías cuando te venías arriba y te querías lanzar hacia el público para que te cogieran? Imagino que apartarías el mamotreto ése…

Oscar Girón dijo...

Querido Paul,
En las numerosas (constantes, yo diría) veces en que me lancé al público, el atril me lo marqué a fuego en la boca del estómago y por eso ahora tengo un pentagrama encima del ombligo. Cosas del directo. Un abrazo.