lunes, 1 de diciembre de 2008

El bicho

Se miró al espejo una última vez. Se vio guapa. Esta noche es tuya. Vas a triunfar. Un pequeño retoque de labios y ya está.
Falda por encima de las rodillas (como manda el protocolo), pelo rizado y un generoso escote que dejaba entrever el alma de bala perdida que llevaba con sólo 21 años.

La cita era donde siempre. Los bancos de la Plaza de San Mauricio. Unas cervezas, botellón y alguna calada a un porro. Luego irían de pubs, "de cacería", como solían decir sus amigas. Música del momento (Bisbal y eso) y unas copas de ron. Era lo necesario para empezar a volar. A desplegar sus alas hacia un paseo por las nubes. Luego todo venía rodado. Todos los bares estaban empapados de tíos. Tíos deseosos de carne fresca. Y ella lo sabía. Ella se lo merecía. Valía pa eso y pa más.

Lo único que recordaba al día siguiente era que aquel chico, como casi todos con los que había estado, le había manoseado con entusiasmo los pechos y había entrado en ella varias veces, de forma brusca y violenta. Y nada más. No le dio demasiada importancia a ese hecho pues se veía bien guapo y con una camisa de ¿Ives San Laurent? No se acordaba ni aquello importaba demasiado.

Nunca importó, a decir verdad hasta el día en que se hizo las revisiones ordinarias para ese nuevo trabajo que tanto había soñado. Entre estas pruebas destacaba la analítica que se pedía para formar parte del gabinete científico en el que pretendía trabajar. Para lo que se había preparado toda la vida. Ella se sentía bien, se sentía sana, pero su serología decía todo lo contrario. Sin saberlo, "El bicho" se había apoderado de sus linfocitos T4.

Recordó que la camisa era de Ives San Laurent y miró con pena en el espejo en el que ahora se volvía a retocar los labios, esta vez con vaselina para humedecerlos de lo resecos que estaban. Sus labios se secaban al ritmo que todo su cuerpo.

2 comentarios:

ainhoa dijo...

Ufffffffff sin palabras.....

Unknown dijo...

Qué preciosidad!!!! me ha encantado cómo lo has descrito.
Gracias!!!