martes, 9 de junio de 2009

Ballenas



Nuevamente la suerte quiso acompañarnos ayer y hoy. Os cuento. El día de ayer comenzó bien temprano. A las 8 de la mañana pasó a recogernos nuestro guía, Juan. Este hombre aparte de ser un buen tipo, ha sido un guía excelente. Para empezar nos llevó a la Playa de El Doradillo, al amanecer, para poder disfrutar de las ballenas con las primeras luces del día. Nunca vi una ballena salir del agua, pero os cuento que es un espectáculo alucinante. Mari y yo, sólos en la playa, y desde la arena, a unos 50 metros, comienza el show. Una mancha negra que sale unos centímetros, para a continuación sacar todo el lomo y respirar echando una bocanada de aire y agua, varios metros hacia arriba.


Nos quedamos embobados y Juan nos llamó para seguir el viaje. Recogimos a una pareja de Barcelona con los que también hemos congeniado durante el viaje, en Puerto Pirámide. Y desde aquí, en coche, por caminos de "ripio" que llaman ellos (aquí son caminos de tierra y grava), una hora hasta la Caleta Valdés, donde disfrutamos de ver los lobos marinos a una distancia de unos 200 metros.


A la vuelta, comimos en Puerto Pirámide: bife de chorizo con una ensaladita (algo verde hay que comer). Y nos montamos en la embarcación que nos llevó al avistamiento, en plena Bahía de la Península Valdés. El show continuó y las ballenas salían a la superficie, a escasos centímetros de la embarcación, curioseando y realizando el típico avistaje de "homo sapiens". Es increíble que criaturas tan enormes, salgan tan pacíficamente a la superficie, para asomar su gigante ojo y volver a sumergirse. Daban la vuelta y volvían a curiosearnos. Y nosotros a ellas. Estábamos como niños asomados a la barca, hablándoles, intentando acariciarlas. A lo lejos, algunas, hacían ejercicios pre-parto y daban saltos, enseñando la cola.


No puedo describiros aquí en unas líneas lo que sentimos ayer. Juan, que vio nuestra cara de asombro por la mañana, nos volvió a dejar un rato más al caer el sol en Playa Doradillo, para acabar el fantástico día. Una ballena adulta con su cría, navegaban a pocos metros de la orilla, tranquilos, ajenos a nuestras bocas abiertas y a nuestra emoción.


Hoy, hemos vuelto (necesariamente) a El Doradillo y hemos continuado viendo apareamientos y enseñanzas de madre a hijo (en las ballenas, los pantalones los llevan las hembras, nada que ver con otras especies...). Más tarde, Juan, nos ha bajado a Punta Ninfa, una cala debajo de un gran desfiladero de arena y piedra, donde hemos podido acariciar (un poquito) y comer, junto con los elefantes marinos. Han sido 2 horas de intensas emociones naturísticas.


Mañana en la mañana saldremos para Iguazú, provincia de Misiones. Ya os seguiré contando. Besos y abrazos.

4 comentarios:

ainhoa dijo...

Aisss que monada...viaje lleno de sensaciones preciosas ¿eh? me alegro mucho...ha tenido que ser impresionante, que guai...
Advertencia: asi os vais a poner si seguis comiendo tantooooooooo jajajajajaaja....
Un besazo a los dos.

irene dijo...

Que bonito, jo que envidia me dais. Ver ballenas así de ese modo tan cercano, tiene que ser una gozada y si las habeis tocado entonces ya....
Espero ver unas fotos maravillosas pareja... disfrutad que ya queda menosssssss . muchos besos familia

Anónimo dijo...

pa ballena mi vecina la del quinto

Inma dijo...

me dais una envidia sanísima, pero os aseguro que cuando pueda voy de viaje a Argentina, además si quereis ver bayenas de otro tipo pasarse por mi casa jajajajaj es broma, seguid poniéndoos puos de comer!