miércoles, 31 de diciembre de 2008

Two Hundred and Eight

Así, queridos míos, dicen los ingleses, dosmil ocho. Doscientos-ocho. Más o menos.
Si hacemos un balance rápido de este año que se nos va, puedo decir:
- Enero: Nació Carmencita y en mi casa estrenamos el Sing Star que tanta ilusión le hizo a Mari
- Febrero: Carnaval de Cádiz. Sacamos El retorno de Epi y Blas y fue un pelotazo.
- Marzo: Tuvimos nuestra maravillosa Semana Santa gaditana, que también fue buena. Cargué este año el Cristo del Descendimiento (con bronca incluida...) y la Virgen de los Dolores de Servitas. Por supuesto, también el Bando de la Huerta, inmejorable.
- Abril: hice un curso de laparoscopia en Burgos y me empecé a dejar barba.
- Mayo: Volvimos a casa por María Auxiliadora.
- Junio: Visitamos Zaragoza para la EXPO y el congreso de la SECP (Sociedad Española de Cirugía Pediátrica)
- Julio: Nos fuimos de viaje a Garmisch-Partenkirchen.
- Agosto: Tuvimos unas minivacaciones en Cádiz, fantásticas.
- Septiembre: Decidimos que Apartamur se nos quedaba pequeño y nos cambiamos de piso.
- Octubre: Nació Javilín. El niño más esperado por todos los habitantes de la buena y fértil Región de Murcia.
- Noviembre: Visitamos Granada y volví después de mucho años, a la Alhambra.
- Diciembre: Cumplimos 10 años de novios. Han sido unas navidades raras, sin pisar mucho Cádiz, pero gracias a Dios, estamos todos bien con salud (bueno, Mari, resfriada), y con muchas ganas de afrontar y mejorar en el 2009.

Gracias a este 2008 que ha sido un año muy bonito y con muchas emociones. Y espero que el 2009 no se quede atrás.
Y a todos vosotros, que sea el mejor año de vuestras vidas.
FELIZ AÑO

martes, 30 de diciembre de 2008

Oh, Jerusalén


Otra vez tú, Tierra Santa. ¡¿Cómo puede ser Santa una Tierra donde piedras y misiles conviven a diario?!

Si vais a Israel y sois estudiantes, por ejemplo, ya sabéis que de camino a la Facultad a las seis o las siete de la tarde (o a cualquier otra hora del día), empiezan a sonar las sirenas y tienes que buscar un sitio como loco para resguardarte. Tienes, en concreto, de 15 a 45 segundos para esconderte (según el misil, estalla antes o después de que empiece a sonar la alarma). Y así, puedes encontrarte una calle con ejecutivos de corbata y maletín agachados como si nada, al lado de un coche, viviendo esa situación con normalidad. Como si estuvieran esperando el Metro en la parada de Callao y con la cara de circunstancias de ir mirando el Campo del Sur en el autobus número 7 de Cádiz.

Si vais a Palestina y tienes una familia e hijos, ya sabes, procura no asomarte demasiado por donde están tus paisanos con el fular ese de cuadritos, tirando piedras a los tanques, porque si te pillan, la has cagao. Y aunque no te pillen, da igual, los israelíes tienen ya bastantes tanques y misiles para volarte la casa y matar, así al tuntún, a 5 de tus hermosas hijas.

A la mierda el conflicto. Y a la mierda la Tierra Santa. Si mueren niños y da igual, me importa un carajo de quién sea el muro de Gaza, Cisjordania y su puñetera madre.

martes, 23 de diciembre de 2008

Diez

Del primer día que la vi aún me acuerdo. Un 28 de Febrero (día de Andalucía), segundo fin de semana de carnavales en Cádiz, en la Plaza Mina. Nos presentó una amiga en común. A mi me pareció guapa. También recuerdo que le dí la tabarra con otra chica que por aquel entonces me gustaba.

Desde ahí, empezamos a vernos con más frecuencia y la acompañé a su casapuerta en alguna que otra ocasión. Pero ni un sólo beso ni un abrazo ni salíamos juntos.

Y llegó el frío y la lluvia. Y vino Diciembre. Y hubo un día, que a pesar del frío y la humedad, nos besamos por primera vez con la Playa de la Victoria por testigo y el mar como sonido de fondo. Aquel día, un ángel vino a tocarme en la frente. Y aunque pensábamos que no duraríamos mucho tiempo saliendo (no nos dábamos más de una semana, por aquello de que éramos amigos y los amigos no suelen funcionar como pareja...), sí que duramos.

Si Dios quiere, en mayo la llevaré al altar y espero colmarla de alegrías (y niños, ¿por qué no?). Porque nos lo merecemos. Y hemos llegado aquí, después de currárnoslo mucho y superar muchas adversidades. Después de levantarnos cada día y arrancarnos un trocito de nosotros para compartirlo con el otro.

Hoy, queridos míos, Mari y yo, hacemos diez años. Gracias a los que nos habéis ayudado en los momentos chungos, los que nos habéis acompañado en los momentos buenos, los que nos presentásteis y los que contásteis con nosotros. Gracias a nuestros padres, porque sin sus pagas, no nos podríamos haber comprado aquellos primeros regalos o convidarnos al cine. Son diez años que han pasado como un suspiro. Es bonito mirar atrás y ver todo lo que hemos caminado juntos. Pero más importante es que sigamos caminando...

Te quiere siempre (y públicamente), Óscar.

domingo, 21 de diciembre de 2008

En bomba

Ha sido una semana de muchos actos y mucho trabajo en el Hospital. Pero, resumiéndoos, os diré que el martes fuimos con el equipo de fútbol de la Arrixaca, a visitar a los niños hospitalizados. Lo pasamos muy bien, jugando con un balón viviente (un payaso vestido de balón de reglamento). Y nuestros contrincantes, cinco críos, también lo pasaron "en bomba".
Y digo lo de "en bomba", porque al terminar el acto con los niños, la 7RM (la televisión local murciana), nos hizo una entrevista a todo el equipo. La verdad es que las actuaciones delante de la alcachofa tampoco fueron muy brillantes que se digan, pero al llegar a mí, sólo se me ocurrió decir "...eh...pues bien...aquí, la verdad, lo pasamos EN BOMBA...".
No he logrado encontrar la entrevista pero en cuanto la tenga en mis manos, la pondré. Fijaos que a Nico (otro miembro del equipo) ni lo pusieron en el corto. Él, dice, que estaba de rodillas en su casa, rezando, para que no saliera, así que se puso muy contento cuando no se vio en la tele.
Bien, ahora la próxima cita es el próximo lunes, es decir, mañana. El partido lo jugamos el Hospital Arrixaca (BAMM) contra el Hospital Morales Meseguer. La entrada vale 3€ y los beneficios serán donados a las Hermanas de Santo Domingo, para sus proyectos en Camboya y Filipinas. El partido será en el campo de fútbol de La Flota, a las 17.00 horas.
Así que REPITO:
PARTIDO DE FÚTBOL A BENEFICIO
DE LAS MISIONERAS DE SANTO DOMINGO
BAMM vs HOSPITAL MORALES MESEGUER
Campo de fútbol de La Flota. 17 horas.

martes, 16 de diciembre de 2008

Se le apagó la luz

No lo sabía y ayer me enteré. Después de mi fin de semana fantástico, maravilloso, sin guardias, no lo supe. Y me quedé pensando. Pensé mucho.
Una mujer maravillosa, con unos ojos de esos que cuando te miran, tienen toda la alegría y vitalidad que uno siempre añora en los ojos de una chica.
Con una sonrisa, que hasta el último momento, ha sido un oasis en mis guardias. Un paréntesis en la enfermedad. Un kitkat ante el destino.
Unas manos muy bonitas, estilizadas y preciosas, que supe acariciar primero como cirujano y luego como si fuese de mi familia.
Su padre, un crack. Un tanque, de esos que arrasa con todos los problemas que se le han presentado en el camino y de esas personas (no podía ser menos) que siempre te dicen "Buenos días" o "Buenas tardes" con la sonrisa en la cara, en los ojos.
Esta vida, que no es del todo justa con casi nadie, nos da bofetadas fuertes de vez en cuando. Y la de ella, ha sido una bofetada, en toda regla. A una semana de su trasplante.
Como una vela que aguanta la ventisca, la lluvia y renace la llama, ella lo ha aguantado casi todo. Pero a las velas, también se les agota la cera, y en este caso, a ella, se le apagó la luz.
Su vela se ha apagado, por lo menos terrenalmente, pero nos ha dado luz y calor como el fuego más devastador, con solo doce años. Un besito muy grande, donde estés, P.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Se armó el Belén


Pues sí, amigos míos. Ya se armó, se lio, se montó. Mi Belén.

El Nacimiento de Jesús se aproxima y como buena tradición, en nuestra casa de Murcia también montamos el Belén. Y cada año es más grande.

Porque cada año, desde que Mari y yo estamos aquí en Murcia, vamos comprándole nuevas figuritas, complementos, etc. Hay un taller aquí en Puente Tocinos, el de J. F. de Griñán. Toda una vida dedicada a la tradición belenística. Un artesano de pura cepa.

Fotos del Belén de este año. Detalle de un Rey Mago (J. F. de Griñán)

Gracias a mi vecino y fotógrafo, Jose Diego por prestarle sus lentes a mi Nikon


A todo esto hay que añadir que hay un "pique" especial. Es una rivalidad amistosa (pero rivalidad, y por cierto, muy competitiva). Entre dos belenistas nóveles. Mi amigo Javi y yo llevamos ya semanas guardando celosamente los "secretos", las nuevas adquisiciones para nuestros respectivos nacimientos.

Y, curiosamente, estamos llevando a cabo una elaboración belenística muy cuidadosa y con infraestructuras que rozan lo esperpéntico. Por ejemplo. El que les escribe (no tiene miedo a contarlo), tiene montado este año en su salón. Ahí, junto a la tele y al sofá (chess long), un peazo de fuente en medio de un granado y un caganet sobre papel de periódico (es que todavía me falta un poco de tierra, tierra para belenes, que en Carrefour se ha agotado).

¡Qué le voy a hacer! Si es que me gusta. Desde pequeño recuerdo con mucha alegría cómo montábamos el nacimiento todos los años. Siempre era un sábado por la mañana. A coger las cajas, viejas y raídas, del altillo del comedor. A sacar con cuidado las figuras y el establo (hecho por mi padre, en madera y corcho - una obra de arte). A llenar el suelo de corcho, hierbajos y serrín. A poner las lucecitas por detrás de la tele y enchufarlas y ver con cara de niño pasmado las sombras, los colores, el ángel dando vueltas alrededor de sí mismo colgado de una tanza a una maceta. Pobre ángel.

Y con veintiocho años, no dejo de ser ese niño que enciende las lucecitas (y ahora conecta el motor de la fuente...) y se queda pasmado. Acarajotado, mirando el mojoncito que suelta el caganet.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Para que no me olvides

Hace ya unos días me mandaron al mail uno de esos powerpoints, pocos, que te arrancan una sonrisa de la cara. Y se titulaba así. Para que no me olvides. No recuerdo quién me lo mandó, pero me gustó muchísimo. Eran fotos antiguas y antiquísimas de Cádiz.



Porque, ¿quién no recuerda ese maravilloso Paseo Marítimo con las casetitas de listas rojas y blancas? Un Paseo Marítimo casi sin coches, por donde se podía andar tranquilamente. Ahora también se puede andar tranquilamente, pero es pasmosa la tranquilidad que despide esta foto, con un jovencísimo Hotel Playa Victoria de fondo.


O esta otra, con toda la parte del Corte Inglés y el flamante barrio de Astilleros, vacío. Tan sólo un par de barquitos pequeños y este grande, en primer plano. Y el resto, azul. Eso sí que no ha cambiado con el tiempo. El azul de Cádiz sigue siendo el mismo.


Y como hace tan sólo unos días, hablaba de la Calle Nueva, pues aquí os dejo la mejor foto que tengo del Café Español. Ese famoso tintineo de cucharas que alguien dijo.

Y nada más por hoy. Tarde de domingo, de puente, que no trabajo. Tengo muchas, muchísimas ganas de ir a Cádiz. Y más ganas aún cuando veo estas fotos. Espero poder estar allí para Nochebuena, pero aún no lo sabemos. Que disfrutéis del puente.

Postdata: Este tipo de powerpoints, sobre Cádiz y fotos bonitas, me encantan. Lo digo porque los que no aguanto son los de novenas, triduos y vírgenes (pásalo a 15 personas porque si no, en 10 segundos aparecerá ZP en tu puerta y te morderá la yugular). Tampoco aguanto los de reflexiones interiores que ni el propio Dalai Lama y Gandhi y Teresa de Calcuta juntos, no los entenderían, de lo profundos profundísimos que son. Pero como estoy viendo que estos comentarios me van a dar para otro post, más adelante os iré mostrando los correos tan raros que me manda la gente, a veces.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Ítaca

El poema que hoy os pongo aquí abajo es de Constantino Kavafis y es una maravilla. Lo he leído en uno de los comentarios del blog (que también es una maravilla), LA SABIDURÍA DE LOS IDIOTAS.
Espero que os guste.


Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado,
si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral,
ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias a aprender,
a aprender de sus sabios.



Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.


Constantino Kavafis

lunes, 1 de diciembre de 2008

El bicho

Se miró al espejo una última vez. Se vio guapa. Esta noche es tuya. Vas a triunfar. Un pequeño retoque de labios y ya está.
Falda por encima de las rodillas (como manda el protocolo), pelo rizado y un generoso escote que dejaba entrever el alma de bala perdida que llevaba con sólo 21 años.

La cita era donde siempre. Los bancos de la Plaza de San Mauricio. Unas cervezas, botellón y alguna calada a un porro. Luego irían de pubs, "de cacería", como solían decir sus amigas. Música del momento (Bisbal y eso) y unas copas de ron. Era lo necesario para empezar a volar. A desplegar sus alas hacia un paseo por las nubes. Luego todo venía rodado. Todos los bares estaban empapados de tíos. Tíos deseosos de carne fresca. Y ella lo sabía. Ella se lo merecía. Valía pa eso y pa más.

Lo único que recordaba al día siguiente era que aquel chico, como casi todos con los que había estado, le había manoseado con entusiasmo los pechos y había entrado en ella varias veces, de forma brusca y violenta. Y nada más. No le dio demasiada importancia a ese hecho pues se veía bien guapo y con una camisa de ¿Ives San Laurent? No se acordaba ni aquello importaba demasiado.

Nunca importó, a decir verdad hasta el día en que se hizo las revisiones ordinarias para ese nuevo trabajo que tanto había soñado. Entre estas pruebas destacaba la analítica que se pedía para formar parte del gabinete científico en el que pretendía trabajar. Para lo que se había preparado toda la vida. Ella se sentía bien, se sentía sana, pero su serología decía todo lo contrario. Sin saberlo, "El bicho" se había apoderado de sus linfocitos T4.

Recordó que la camisa era de Ives San Laurent y miró con pena en el espejo en el que ahora se volvía a retocar los labios, esta vez con vaselina para humedecerlos de lo resecos que estaban. Sus labios se secaban al ritmo que todo su cuerpo.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Los Sapos (Tercera y última parte)


Y por fin llegó la noche en que Manolo y yo jugamos una partida a la escoba. En el verano de 1999, una noche en que no había ningún motivo para ir a los chiringuitos y a los bares de copas de la zona, nos refugiamos en una partida de carta, una guitarra y unos pelotazos (en Cádiz, pelotazo es el sinónimo de "chorro", "cubatazo", etc).


De repente, Manolo, sacó de no sé dónde, un sapo disecado que le había regalado una tía suya en un viaje a Perú. El sapo, bastante bien conservado, por cierto, se convirtió en un pasajero más de aquel tren que partió aquella noche hacia el país del cachondeo y la música. Bautizamos al animal como Platón.


Ya llevábamos Manolo y yo dándole vueltas a la posibilidad de hacer algo de música diferente. Con Octubre cantábamos siempre los mismos temas y nosotros necesitábamos, queríamos hacer más versiones de El Último y de Manolo García. Y nos planteamos crear un grupo. Así, se lo comunicamos al resto del grupo que más o menos lo aceptó. Isa, Juan Carlos y Pepe fueron los primeros grandes seguidores de este nuevo grupo y así nos lo demostraron viajando y estando con nosotros en muchísimos conciertos.

En el coche de Isra, un Ford Fiesta que hizo muchos kilómetros, con unos caretos que vaya vaya...

Y empezó el grupo. Manolo y yo creíamos que faltaba alguien en el grupo. Alguien que musicalmente le gustara lo que queríamos hacer. Y ese, sin lugar a dudas, era Isra. Ya éramos 3. Perfecto. La guitarra, la percusión y la voz. Así fue como empezamos a ensayar en casa de Isra, mayoritariamente, y empezamos a utilizar temas que el bueno de Pepe nos escribía para que Manolo le sacara una buena música.




El nombre del grupo, fue bastante fácil de recordar. Platón, el sapo disecado, nos lo ofreció a cambio de nada. Fue un intercambio bastante generoso. Nosotros le dimos un nombre y él nos lo dio a nosotros. LOS SAPOS.


No recuerdo bien cuál fue el primer concierto. Pero sí recuerdo que en el Memphis tuvimos gran éxito. El Memphis es el típico pub de jueves y viernes noche, con billar, máquinas, mesas y sillas. Allí fuimos una noche y al final de la actuación el dueño nos pasó un papel que ponía "si queréis, anunciaros para la semana que viene" y así una y otra y otra semana estuvimos llenando el Memphis (con amigos, fundamentalmente) y pasándolo bien. Y de paso, ganando algo de dinero, que de estudiante, no venía nada mal. Recuerdo como viniendo de Algar (un pueblo de la Sierra de Cádiz), parábamos en pleno campo para, con las luces del coche apagadas, ver la estrellas en el cielo más estrellado que os podáis imaginar.


De un concierto casi siempre salía otro para cantar en el Yogui, en San Fernando, en Algar, en Arcos (ante mil quinientas personas en las carpas de verano), en Marbella, en Sevilla, en Chiclana, en Ubrique, en El Bosque y no recuerdo qué sitios más, si es que los hubo.



Como siempre en el Memphis, nuestro lugar de conciertos más multitudinarios...ante nuestros amigos (yo siempre llevaba ese atril por delante porque se me olvidaban todas, TODAS, las letras de las canciones)



Fue una época muy feliz porque la música nos unió a los tres durante mucho tiempo, sin forzarnos a estar juntos. Cada uno tenía (y tiene) su vida, somos amigos, pero la música es la piedra angular, la piedra cuadrá, frente a la que nos reunimos.


Gracias Manolo y gracias a Isra, por compartir estos años. Los Sapos no se separaron ni dejaron de cantar ni nada por el estilo. Simplemente al venirme a Murcia, no encontramos el momento para cantar y, de momento, estamos en un período vacacional, que en cualquier momento se puede romper, para volver a juntarnos.


Espero que no se os haya hecho pesado este triple relato pero necesitaba que estas ideas quedaran escritas y, de paso, enseñaros las canciones cantábamos.


Ahí van alguna de ellas.


jueves, 27 de noviembre de 2008

Los Sapos (Segunda Parte)


Bien, ayer dije que yo en algún momento de mi existencia toqué un instrumento en la famosísima y prestigiosa orquesta del Festival de la Canción de los Salesianos de Cádiz.

Pues ese año que empecé a formar parte de la misma, lo hice tocando la percusión y haciendo segundas voces. Al año siguiente, Isra, el batería, dejó de efectuar su misión y me enseñó (con gran pericia por su parte) a tocar (aporrear, más bien) los pellejos y platos que conforman ese extraño instrumento. Y no se me dio mal, porque ese año y el siguiente seguí tocando este instrumento.

En ese festival, que se celebraba un fin de semana en agosto, nos conocimos mucho varias personas. Entablamos una buena relación Pepe, Juan Carlos Mata, Isa del Río y por parte de la orquesta, Manolo, Isra y yo. Los seis, cuando acabó el festival de 1998, decidimos seguir quedando para cantar, en las tardes de los viernes y sábados.

Una de las sesiones fotográficas en la playa de la Victoria de lo que serían LOS SAPOS

Y llegó el día. Llegó el día en que nos llamaron para cantar en un pub que hay en Cádiz, llamado "Albanta Club". Es un sitio, para que os hagais una idea, muy pequeño y muy largo. El ancho del local eran 3-4 personas. Y allí cantamos una tarde de sábado. Llenamos el local con los amigos y nos pagaron no recuerdo, pero algo testimonial. Decidimos que aquellas reuniones musicales deberían proseguir y dar algún fruto. Así, buscamos un nombre. Algo que nos gustara, y que nos definiera a todos. Por aquel entonces ya Manolo Otero y yo habíamos compuesto (Manolo la música y yo la letra) el tema Octubre. Y a la gente le gustó aquel nombre. Así que se quedó el grupo con el nombre. ¿El siguiente concierto? La semana siguiente al Albanta Club. Inauguramos un pub llamado Yogui, en honor al oso de los dibujos animados. También fue un éxito. A la gente le gustaba la fórmula. Cantábamos Pepe, Isa, Juan Carlos y yo, pero cada uno sólo. No cantamos ninguna canción en grupo. Era como un compendio de cantautores que se agrupaban bajo el mismo nombre.

Por cierto, a petición de Paul Spleen y Gades27, aquí os dejo la canción que dio nombre a aquel primer grupo, engendro de lo que serían LOS SAPOS. Mañana continuaré.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Los Sapos (Primera Parte)


Siempre me ha gustado la música. En mi casa, de siempre, hubo un radiocasette muy antiguo en el que los domingos por la mañana, mientras comíamos churros, mi padre ponía sus cintas de música o de carnavales (Raza mora, Quince Piedras, Rancho Grande...). Por supuesto, durante sus labores de casa, mi madre ha canturreado siempre. Copla española, por supuesto. Y mi hermano, para colmo de males, es corista. En Carnaval. ¿Y mi hermana? Pues hoy, debo citarla porque si no, no me va a dirigir la palabra más. Pues recuerdo que mi hermana fue la única valiente que se atrevió a aprender a tocar la guitarra. Y lo consiguió.


¿Y yo? Pues yo, de verlos a todos ellos, algo se me pegó.


La primera vez que canté en público, fue en un campamento de los Salesianos. El tema, en concreto, no pegaba nada a un recién adolescente. Era de La Mandrágora. La ovejita lucera. En fin, un cachondeo. Pero la gente lo pasó bien y yo me reí muchísimo. En aquel mismo campamento interpreté, con más seriedad, una canción de Hilario Camacho. "Al final" se titulaba. Y gané el primer premio de aquel minifestival de campamento.


Ese mismo verano, creo que con 15 ó 16 años, me pasé por el Teatro de los Salesianos de Cádiz. Era una tarde de agosto, calurosa, antes de ir a la playa fui a saludar a unos amigos que ensayaban porque formaban parte de la orquesta del Festival de la Canción que se organiza todos los veranos en Cádiz, en los Salesianos.


Pues bien, creo que fue Isra Cacheiro o Diego Calvo (que también habían ido al campamento), los que me animaron a participar en aquella edición del Festival, con el tema que ganó en el campamento. Aquella tarde me pareció broma y ni pensé más en ello. Pero en los días siguientes valoré la posibilidad de que orquestaran la canción (era bonita, sonaba bien) y cantarla con aquellos amigos en la orquesta, a los que tanto envidiaba (yo no sabía tocar ningún instrumento).


Y canté. Llegó el día y recuerdo que interpreté toda la canción muy tímido, con una mano en el micro y la otra detrás, en la espalda. Cuando veo la foto, me echo a temblar. Camisa de cuadros, pantalón vaquero, peinado con un lengüetazo de vaca...


El primer año que canté. Manita atrás y peinado con la raya. De la orquesta, ni hablamos...



No gané un premio. Pero la experiencia me gustó y aluciné con los focos ahí en el escenario que no dejaban ver nada. Tan sólo escuchaba mi voz, a lo lejos, amortiguada por el eco que reverberaba en el patio del colegio.

El año de "Mar Antiguo". Los chalecos estaban de moda.

Aquel año, participé. Y al siguiente, también. Canté "Una espina" de Antonio Flores. Y al otro, también. Canté "Mar Antiguo" de El Último de la Fila. Este grupo, desde aquel entonces, se convirtió en mi referente musical para toda la vida. Sus canciones desprenden ese alma mora y gitana que tenemos en el Sur. Con esta canción gané un accésit. Y para aquel entonces ya conocía bastante a la gente que militaba en la Orquesta del Festival. Les conocía tanto, y tan amigos éramos, que me propusieron formar parte de aquella. ¿Y yo qué tocaría o qué haría en la orquesta? Os lo cuento mañana.

sábado, 22 de noviembre de 2008

El Ángel Custodio

Todos, de niño, alguna vez, hemos oído hablar del Ángel Custodio. A lo mejor no como tal, sino como el Ángel de la Guarda. En la película "Camino" (ya mencionada en otro post anteriormente), aparece bajo la forma de un joven ángel atormentado y débil. Nada más lejos de la realidad, cuando de chico, todos hemos imaginado un ángel robusto, inteligente y sereno a nuestro lado, guiándonos por el buen camino y apartándonos de los peligros.

Lo jodido del tema es que no todo el mundo nació con el Custodio (bonito nombre) a cuestas. Al que no lo sepa, le invito a que se venga un diíta conmigo al hospital, y verá lo importante que es tener un Custodio a tu vera. Un ser que, cada vez estoy más convencido, es visible y palpable. Un ser que pasa noches en vela al lado de los críos, vigilando sus constantes, escuchando atentamente bombas de infusión, lavándolos y peinándolos. Un ángel que, sin tener alas, hace que todos los niños cuando le escuchan, vuelen fuera del hospital.

No puedo dejar de hablar del Custodio, porque en mi familia hubo uno, literalmente, que fue Ángel risueño y agradable.

Anteayer, se celebraba el Día Mundial de los Derechos del Niño.

Y no olvidemos, que aunque en España andemos muy preocupados con la ley del cachete, en medio mundo, los niños son una mierda. Una basura. Un perro vale más que un niño. Los niños cosen balones, en el mejor de los casos.


Pero en el fondo de la cuestión, me parece, los niños siguen siendo un asunto que a muy pocos importan. A veces, en muchos casos (más de los que me pensaba), ni siquiera a sus padres. Ni a los políticos (tan sólo si los niños, o sus padres, mejor dicho, les dan votos). Por eso me hace gracia, cuando hablan muchos de "los niños son el futuro". De eso nada, son el presente. Desde ya. Y necesitan muchos Ángeles CUSTODIOS que se partan el alma y el corazón por ellos.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La Calle Nueva

Hoy me vienen a la memoria, recuerdos de tiempos pasados. Tiempos en los que las mayores alegrías de uno, se las llevaba con las notas de los Salesianos, tres veces al año, y con los fines de semana, cuando mis padres me acercaban (a mí y a mis hermanos) a Cádiz. Pero a Cádiz, al casco antiguo. A Cádiz, Cádiz.

Uno de esos destinos de sábado-tarde, era la casa de mi tía Inés y mi tío Custodio. En la Calle Nueva.

La calle Nueva, en una foto antigua

Hubo una época, antes de mi venida al mundo, en que mis padres y hermanos vivieron en la calle Nueva. Una calle maravillosa. Con mucha vida. Semana Santa y Carnavales pasan por esa calle como si nada. Año tras año. Como os decía, allí vivieron mis padres y hermanos y en el piso de arriba (o en el de abajo, no recuerdo bien), vivían mi tío Custodio y mi tía Inés, además de la madre de esta última. Y, cómo no, mis tres primas: María José, Inma y Yolanda. No habría "posts" para hablar de los recuerdos que se me vienen. La de cuentos e historias de miedo que me han contado mis primas. "Mariquilla Hurahura, que te comiste mis asaduras". La de paseos y regalos que me ha hecho mi prima Inma. Además de mi primer viaje en tren a, nada más y nada menos, El Puerto de Santa María.


En la playa, un domingo cualquiera, de izquierda a derecha, mis primas Yolanda, Inma y María José junto a un chiquillo jovencísimo con una gorra un montón de rara, que no es otro que mi hermano Chano

Mi madre, siempre me cuenta que cuando mi tío enfermó, yo hablaba (con cuatro añitos) de que sería médico para hacerle un gran trasplante de corazón. Ahora recuerdo a mi tío con su oxígeno en casa, y riéndose con aquellas ocurrencias.


En la azotea de la Calle Nueva, no sé quién es quién, tan sólo veo a mi madre, que está a la derecha del todo, de pie

Aquellos pisos, casas grandes y de altos techos, se transformaron con el paso de los años en edificios de oficinas. Pero, el otro día, cuando estuve en Cádiz y pasé por la Calle Nueva, vinieron a mí, muchos recuerdos, todos agradables de ese pedacito de mi vida que yo viví. Puedo decir que con ellas, más que primos hermanos, hemos sido hermanos y primos. ¡Quién pudiera volver atrás para aspirar la fragancia de aquellos tiempos! Y, de paso, a mi tía Inés a ver si me acerco a verla pronto, porque estoy más perdido que el barco del arroz. Iré, tita, iré.

martes, 18 de noviembre de 2008

La libertad

Cádiz, cuna de la libertad. Cádiz, cuna de la gracia. Cádiz, cuna de... la alegría, mismo. Cádiz tiene tantas cunas que parece Prenatal. Decía una chirigota este año pasado. Y por eso de tener tantas cunas "esto es Cádiz y aquí hay que mamar", dicen los chovinistas gaditanos (yo, uno de ellos, pero de la corriente moderada).

Pues bien, amigos míos, me pregunto qué debe sentir alguien en una cárcel. Sin poder dar un paseo por la playa. Y qué sentirá alguien que no puede salir de casa, por una enfermedad, o por la soledad, o por lo que sea. Y qué sentirá alguien en un hospital, 24 horas al día, durante un año entero, por ejemplo.

Cuántas cárceles nos rodean, amigos míos. Cuánta libertad encadenada. Y no me quiero poner filosófico. Sólo me vengo a referir al hecho de que el individuo más famoso en España, por sus crímenes y su huelga de hambre, esté por ahí tan tranquilamente campando. Me ofusco pensando en todo esto.



Igual que un niño que no puede ver la calle durante meses, igual que el pájaro que vive toda su vida agustito en su jaula, igual que el preso que roba una gallina y le caen una panzada de años en chirona, igual que la ama de casa que tiene que sufrir al marido borracho y baboso. Igual que todo eso, me siento cuando veo que hay gente que no tiene la suerte de vivir la vida a pulso. De andar campechanamente por la calle y no dar explicaciones. Esa libertad es la que hace grande nuestra democracia, que sin duda, debería ser un sistema político puesto a disposición del bienestar de los ciudadanos. Pero esta joven democracia que tenemos, tiene sus vacíos y por supuesto el del chaval este que ha asesinado a nosecuántas personas y que anda tomándose tapitas y cervezas por Belfast, es un vacío, un boquete bien gordo. Algo que se nos escapa en nuestro sistema judicial o político o como quiera que sea.

La libertad la merecen muchos. La merecemos todos al nacer, pero hay que ganársela. Con dignidad y esfuerzo. He dicho.

domingo, 16 de noviembre de 2008

De vuelta

Pues ya estoy aquí otra vez, en Murcia.
Ya volví ayer de Madrid, con ganas de trabajar, después de una semana de curso en el Doce de Octubre.
Han sido unos días de mucha intensidad (empezábamos a las 8 de la mañana y acabábamos a las 8 de la tarde), pero, al final he aprendido mucho y además me lo he pasado muy bien.
El viernes por la noche, fui al teatro. La Cubana está en la Gran Vía, en el Teatro Compac y representaba "Cómeme el coco, negro". Nos reimos muchísimo . De paso, darle las gracias a Juani por su hospitalidad y desearle que aprenda mucho en estos meses de rotación que va a estar en La Paz.
Y poco más que contar. Así que esta semana ya os iré escribiendo más cosillas, en cuanto encuentre algo más de tiempo.


viernes, 14 de noviembre de 2008

El metro

El metro de Madrid es un sitio que tiene mil olores. Mil vistas. Mil situaciones diferentes. Uno es capaz de ver a un músico tocando la trompeta dentro de un vagón. Junto a una chica hipermegaarreglada. Junto a un tipo con rastas que se estudia un tomo de Leyes. Junto a un chino con coleta que escucha música. Junto a mí.

Una ciudad por debajo de otra ciudad. La de arriba, hoy, soleada y azul. La de abajo, siempre, oscura y con luz de fluorescente. En la de arriba hay un caos de humo y semáforos. En la de abajo, un caos humano al entrar y salir de cada estación, de cada vagón.

Me gusta ese momento en que la gente se arremolina entorno a la puerta del vagón para salir y todas las miradas se concentran en el botoncito verde que sólo funciona cuando el tren se halla completamente parado. Es como un "¿le doy yo o le das tú?". Unos segundos sin darle al botoncito verde, puede significar la pérdida de mucho tiempo. Y con ello, no llegar bien al trabajo. Y perder el trabajo. O perder una cita. O perder un tren. O un avión.




Para los que no vivimos el día a día de estas ciudades, afortunada y desgraciadamente, resulta curioso ver las caras de aburrimiento, las caras de sueño, las risas, las lágrimas, la cabezadita, la borrachera, el beso, todo lo que se puede ver dentro de un vagón de tren a varios metros bajo tierra. Y, cómo no, esos artistas desconocidos, simpáticos, que cantan, tocan la guitarra, el banjo, los timbales o lo que sea, en cualquier estación.
Hoy, para acabar, he visto algo que me ha dejado curiosamente impactado. Pero ha sido en la superficie, bajo el cielo azul. Al pasar por Cuzco, en un paso de peatones, mientras el semáforo está en rojo para los astros del volante, un fulano, se planta en medio de la calzada y se pone a hacer malabares con tres pepinos de esos para hacer malabares. Pongamos, de nuevo, que hablo de Madrid.

martes, 11 de noviembre de 2008

Pongamos que hablo de Madrid

Mis queridos lectores. No sé si cuando leais esto estaré en Madrid. Me voy hasta el sábado para poder aprender a hacer broncoscopias en niños.
Pues nada, lo típico, el crío que se mete pipas en la boca y se ríe a la vez. La pipa se le va por el otro lado (como se suele decir) y ya la tenemos armada. Se crea una situación potencialmente grave (incluso letal, si no se actua a tiempo). Hay que hacerle una broncoscopia para extraer la pipa. Consiste en meter un tubito que ventila (oxigena) al niño y a través de él podemos meter una pequeña cámara con unas pinzas para extraer el cuerpo extraño que se aloje en el árbol bronquial.
Algo parecido a esto: (se extrae un cacahuete)



Y, de paso, pues a andar por Madrid durante unos días, que siempre es agradable. Es bonito pasear por la Gran Vía mirando escaparates o carteles de cine o musicales. Caminar por el Paseo del Prado, tomar un café en cualquier lado o una tapa en Montera (al lado de las señoritas de vida disipada). En fin, Madrid es Madrid. Tendrá sus cosas que no nos gustan, pero es una ciudad abierta a todo el que le llega, extraño.
Espero poder escribiros algo esta semana si encuentro un ordenador a mano, pero si no, cuidaros todos mucho y nos vemos prontito.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La Leyenda de Kung Fu

El romancero de carnaval que sacaremos mi amigo Sergio y yo este año, tratará sobre la vida de Kung Fu. Gran serie de los ochenta.
En el romancero hablaremos de la vida "gaditana" de Kung Fu y cómo emigró hacia tierras chinas, atraído por la carne de gato.
Aquí os dejo la cabecera de aquella grandiosa serie. Lo que muchos no saben son las palabras que Kung Fu decía antes de tatuarse los dos dragones a fuego vivo sobre los antebrazos. ¿Quereis saber lo que decía David Carradine? Aquí lo tenéis: "más vale pájaro en mano, que pene de oso panda en ano".

sábado, 8 de noviembre de 2008

El Rayo McQueen

Tiene sólo 3 años. Quiere ir corriendo a todos lados. Y el pasado jueves tuvo la mala suerte de que una valla de hierro se tropezó en su camino. Resultado: dos heridas en el mentón. Que traducido resulta, la típica herida de todas las guardias. Todos los niños nos caemos igual y nos solemos hacer las mismas heridas. No cambia.

Pues Iván, con sólo 3 años, se tumbó en la camilla, llorando por supuesto, y llamando a su madre, que estaba esperando fuera. Yo, que estaba de guardia, dispuse el equipo estéril sobre la mesa. Lo necesario para suturar las dos heridas: un porta, unas pinzas, unas tijeras, un Vicryl de seis ceros. Mientras iba preparando mi material, le hablaba a Iván y le dije que fuera pensando en un regalito para cuando acabáramos de curarle. Él siguió y siguió llorando.

Infiltré la anestesia en los bordes de la herida y más hilillos de sangre, brotaron de forma secuencial. Más gritos y más llantos. Y la misma cantinela. Ve pensando en algún regalo que quieras para cuando acabemos. La cosa es mantener la mente ocupada.

Al final, las dos heridas suturadas, unos steri-strips cubriéndolas e incorporamos a nuestro pequeño paciente de la camilla para devolverlo a sus padres.

De pronto, el llanto cesó. La cara del niño se tornó del rojo congestivo al color más sereno, los ojos siempre llorosos, pero ya no había señales de dolor ni de rabia. Lo cogí en brazos, y con una improvisación genial, me acercó las dos manos a mi oído, mientras me susurraba en un lenguaje ininteligible algo que yo interpreté como un calificativo tipo "tonto", "malo", de un niño de 3 años hacia la persona que le había hecho sufrir durante unos minutos.

- "No te entiendo, Iván", le respondí, mientras me reía nervioso, con esa risilla del que no tiene hijos y no sabe qué cojones te está diciendo un crío tan pequeño.

Otra vez las manos a mi oreja, y el susurrante ruído que volvía a no comprender, pero esta vez estaba seguro que no era ningún adjetivo calificativo. Demasiado largo el comentario para serlo.

Pero allí se encontraba una compañera, enfermera y madre, que con su sentido de la audición, muchísimo más fino y entrenado que el mío, me supo decir:

- "Creo que está diciendo no se qué de un Rayo McQueen" - me dijo riéndose.

Un Rayo McQueen. La primera vez que escuchaba ese nombre. ¿Qué es un Rayo McQueen? Porque imagino que no tendrá nada que ver con Fredie Mercury ni con el equipo de fútbol de Vallecas. Por supuesto, las enfermeras y auxiliares de Urgencias, madres y con instinto de conocer los dibujos animados del momento, me informaron que el Rayo McQueen es el coche protagonista de una película de animación. Yo la había visto anunciada en trailers y demás, pero no sabía el nombre de ese gracioso coche rojo.


Ahhhhh, ya entiendo. Mi querido amigo y paciente, Iván, había soportado estoicamente aquel dolor, a pesar de sus llantos, para al final, recoger su premio. Eso lo había entendido perfectamente. Ya había pensado en el regalo que recogería cuando acabáramos de curarle. El Rayo McQueen. Los niños son geniales.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Johnny Smith

[A continuación, hago una adaptación propia de la novela de Stephen King, La zona muerta]

Johnny Smith era un buen profesor. Lo hubiera seguido siendo de no haber ocurrido aquel accidente la noche en que sacó a pasear a Sarah.
Aquella noche, Johnny dejó a Sarah en la puerta de su casa, tras haber pasado por la feria del pueblo, y haberle sacado los colores al dueño de la Ruleta de la Fortuna. En veinte minutos apostando, dejó en bancarrota dicho puesto. Johnny se dio cuenta entonces de su valioso don para la clarividencia.
Pero aquella noche, el taxi que le llevaba hasta su casa, tras dejar a Sarah, sufrió un aparatoso accidente. Resultado: tres muertos y uno en coma. ¿Quién estaba en coma? Johnny.
Así se pasó cuatro años y medio de su vida. Un joven de veintitrés años que despertó del coma (cuando nadie, ni siquiera sus padres, lo esperaba), a los veintisiete.
Cuando despertó de su coma, sufrió otras tantas operaciones, para alargar ligamentos y mucha, mucha rehabilitación.
Y entonces, apareció su don.
El doctor, neurólogo, Sam Wizack le estrechó un día la mano, dándole la bienvenida al mundo de los mortales, y entonces ambos percibieron algo raro. El doctor, una pequeña descarga eléctrica. Johnny, unos segundos en los que toda la vida del doctor Sam Wizack pasó por delante de sus narices. Fue capaz de saber dónde se hallaba su madre (supuestamente desaparecida durante la Segunda Guerra Mundial), viviendo actualmente.
Por alguna razón, había palabras que, tras el coma, no podía recordar. Decía entonces que se situaban en "La zona muerta". Una zona, donde Johnny no encontraba significados y asociaciones. Pero podía saberlo todo de alguien, con sólo tocarle la mano.
Peligroso don. Pronto la multitud se hizo eco y empezaron a llamarlo y a mandarle objetos inanimados de la más diversa procedencia para que Johnny encontrara el paradero desconocido de sus poseedores.
En aquella época estaban de elecciones, como ahora, en los Estados Unidos. Y Johnny fue a ver uno de los mítines de un tipejo de New Hampshire, llamado Greg Stillson. Durante el típico paseíllo de los políticos saludando y repartiendo flores, Stillson le dio la mano a Johnny. El terror se apoderó de los dos. De Stillson, por la pequeña descarga. De Johnny, porque vio que el hombre que tenía ante sí, iba a ser el Pesidente de los Estados Unidos de América y llevaría a su país y al mundo entero, a una guerra nuclear terrible, destrozando todo aquello por lo que los humanos habían luchado durante siglos. Entonces, desde la zona muerta, brotó la idea preconcebida como una vocación llovida del cielo de lo que Johnny debía hacer. Debería matar al futuro Presidente de los Estados Unidos.

Me ha gustado mucho la novela de Stephen King, y por eso hoy me he atrevido a usurparla. A contárosla, porque no se me ocurría nada mejor que contar. Y porque viene al pelo con el flamante nuevo Presidente. Y aunque no queramos mirar más allá de Nuestro Querido Presidente de España, Barack, en parte, decidirá sobre muchas cosas que nos afectarán a todos. Eso es así. Siempre ha sido así, desde hace mucho tiempo.
Ojalá pudiésemos ser como Johnny Smith y ver qué tal será el mundo después de Obama.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Granada

Jardín yo soy que la belleza adorna:
sabrá mi ser si mi hermosura miras.
Por Mohamed, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será y ha sido.

(Poema de la Sala de Dos Hermanas, La Alhambra, Granada)



¡Qué bien se está en Granada! Archiconocidísimo tópico. Pero no deja de asombrarme una y mil veces esta ciudad.
Tengo tres ciudades en mi escaso conocimiento geográfico, por las que siento plena emoción y que tan sólo el hecho de pasear por sus fisionomía urbana, hacen que tenga una sensación de felicidad enorme. Por orden de importancia: Cádiz, París y Granada.
Cádiz, porque es mi casa, mis familia, mis amigos, el mar.
París, por su embrujo y su mil sitios por conocer.
Granada, ay Granada. Agua oculta que llora.

No puedo dejar de citar a personas que han hecho que esta visita sea más agradable aún. La primera, Mari. Chano y Ainhoa, que nos animaron a ir este fin de semana. Los aborígenes Manolo y Maru, que nos han enseñado buenos bares y una batería electrónica que va a dar mucho que hablar. A Paco, por llevarnos al partido del Granada-Cádiz (y dejarnos los asientos de abonado de su padre).

Hemos podido pasear por el Albaicín, tranquilamente, sin prisas ni horarios.
He visitado la Alhambra, unos quince años después (la primera y única vez, fue con los Salesianos: viaje de fin de curso de 8º de EGB, creo).

He vuelto a probar la costumbre, de gran categoría, que supone ponerte una tapita con cada cerveza.

En fin, hemos disfrutado. Tanto nos gusta Granada a los gaditanos, que hasta empatamos el partido con el equipo local, para mayor fraternidad.

miércoles, 29 de octubre de 2008

El olor de la madera

A mi padre, que acaba de cumplir años


Algar, Cádiz. Noviembre de 2008


La brochita se movía con gracia y garbo por el terreno. Unos dedos ágiles la movían a derecha e izquierda, retirando cada gramo de tierra alrededor. Esos dedos eran de Rosa, que trabajaba escuchando el ruido de las palas que violentamente cavaban el suelo del camposanto. Un olor a tierra húmeda y fresca se entremezclaba con el olor a rancio, a viejo.
Después de una hora y veinte minutos de trabajo, logró el objetivo. Desenterró superficialmente los dos fémures, varias costillas y un par de cráneos que era lo único que quedaba ya en la fosa común que habían abierto hacía cinco días. Calculó que hasta unos cuarenta y ocho cráneos habían visto la luz en ese período. Sólo quedaba llegar al fondo de aquella terrible trinchera de la muerte, para dar por terminado el trabajo. Rosa era de esas mujeres que no necesitan a nadie que les dé ordenes ni que les mire por encima del hombro. Para eso ya estaba ella. Tenía un carácter que a pocos gustaba. Era empecinada pero trabajadora. Y desde que la Asociación para la Memoria Histórica de la Provincia de Cádiz se puso en contacto con cuatro arqueólogos para desenterrar las fosas de la Guerra Civil en Cádiz, entre los que se incluía ella, estaba ilusionadísima con la idea de devolver a las familias los restos de sus seres más queridos.
Ahora estaba allí, con su ropa de trabajo: vaqueros raídos, camiseta manchada, deportivas Nike y su cola de caballo recogida pulcramente bajo una gorrita de propaganda.
Al momento le pareció que veía una delgada línea dorada entre los grumos de tierra fresca. Dirigió su atención hacia aquella zona y apareció al momento, ante sí, la redondez de una medalla de oro. Retiró la tierra con la brochita y se limpió el verdín de la medalla en su camiseta. A simple vista no veía ningún nombre, pero al darle la vuelta, en la cara opuesta apareció una efigie femenina rodeada por un aura. Era la medalla de una Virgen. Y le pareció que aquella Virgen que tenía ante sí en aquella joyita de tres centímetros de diámetro era la mejicana. La Virgen de Guadalupe.

72 años antes...
Agosto de 1936

Una vez más, los olores del serrín y la madera recién cortada le inundaron las fosas nasales al dar el primer paso tras cruzar la puerta de la carpintería.
La sensación de calor en el monte era ya claramente un hecho. Desde hacía días, a mitad de mañana no se podía estar en la calle sin una gorra, un pañuelo en la cabeza o un buen botijo cerca. Ramón trabajaba en la carpintería de su padre. Una carpintería que surtía de ruedas de carromato a toda la Sierra de Cádiz.
Le encantaba ese momento del día en que, mientras los demás protestaban malhumorados por el comienzo de la jornada laboral, él tenía esa sensación dulzona y alegre de oler, de nuevo, un día más, la madera.
Su padre, como siempre, trabajaba cuadrando los radios de las ruedas con su martillo en la mano.
- Hay faena que acabar para mañana, niño. No te despistes ni un minuto - le susurró su padre. Y no hacía falta que se lo dijera pues Ramón era el mejor carpintero en cien kilómetros a la redonda.
Ramón, poco hablador, agachó la cabeza y se dispuso a acabar de lijar la pila de radios que tenía sobre la mesa. Era una de las tareas que más le gustaba. Le relajaba lijar, depurar las imperfecciones que la Madre Naturaleza había creado en la madera. Las vetas. Los nudos. Cada veta, un puñado de años que, de pronto, asomaban ante sus ojos.
Cuando acabó el descanso, por la tarde, tras comer un potaje de garbanzos y acedías de Cádiz, vio aparecer al cabo Alonso acompañado por dos soldados, empezó a pensar que algo no iba bien del todo.
- Buenas tardes, Ramóncito. ¿Está tu padre ahí dentro? - le espetó el cabo, que aparte de la fama de asesino cruel, las malas lenguas decían que en determinada localidad de Granada, se le expulsó de la Comisaría, por descubrirle con lencería fina en poses no muy castrenses.
- Sí, mi cabo, ahí está acabando unas ruedas - acompañando la frase con un gesto leve y educado a la par hacia el interior de la carpintería.
- Y no me llames mi cabo, coño. Que tú ya acabaste el servicio militar, si no me equivoco.
- Así es, mi ca..., cabo Alonso. Disculpe. Es la costumbre, ¿sabe?
Y sin contestarle, el cabo Alonso y sus dos condiscípulos entraron en la carpintería, que a esas horas sólo contaba con vida aparente, por los martillazos y canturreos de copla que se perdían entre los montones de tablas.
Ramón ni entró. Sólo vio salir a su padre con los tres militares y despedirlos en la puerta. El rostro lívido del maestro de la carpintería no presagiaba nada bueno.
- Tienes que irte. Esta misma noche. Si no, te matarán. Alguien ha dicho que eres un rojo de mierda - su voz no despertaba temor ni odio, ni rabia, ni siquiera temblaba. Su padre dijo aquello con la misma naturalidad que podría haberle dicho "ve al río a por agua", o "lleva estas ruedas al molino". Sólo sus ojos traducían la angustia de lo que les trasmitía el cabo Alonso, con aquel cinismo fascista.
Lo que quedaba de tarde, lo pasó haciendo un pequeño abrecartas para su tía Antonia, que siempre le estaba dando la vara con si tenía que ir reuniendo un ajuar para cuando se casara, a pesar de que fuera un chico, y que ay que ver que no me has regalado nada con la madera esa que tenéis ahí en la carpintería, siendo yo tu tita favorita, eso no puede ser, y mira que estás guapo y mira que bien te sienta el pelo corto. En fin, las cosas de los pueblos.
No concebía la idea, vagamente reflejada frente al proyecto de abrecartas que tenía entre las manos, de abandonar Algar. Él nació allí, se crió allí. No estudió, pero su trabajo, su vida y quién sabe si su mujer también le esperaba allí. Con sólo veintitrés años no se podía abandonar a una familia.
Todo esa situación se desarrolló por culpa de su amigo Tomás Valle. Tomás y la madre que lo parió. El día del invierno de 1935 en que le prestó en medio de la calle Real, el "Platero y yo" de Don Juan Ramón Jiménez, que había pertenecido a su tío Lolo, el mayor putero del pueblo. Aquella tarde, varias vecinas quedaron murmurando ante el comentario inadecuado del crío de nueve años que está aprendiendo a leer y con toda la inocencia del mundo, gritó en plena calle, haciendo artificio de sus habilidades lingüísticas: "Mira, Pla...te...ro y yo", y está escrito por el rojo ese de Huelva".
Después de aquello, hubo un par de advertencias no demasiado serias, indirectas más bien, para que se enmendara en su afán por leer prosa descaradamente inadecuada para aquellos comienzos del 36.
Pidió permiso a su padre, para salir antes de la carpintería y dar una vuelta por el monte, que no se le antojaba demasiado lejos. Mientras veía caer el Sol, se preguntó si sería el último atardecer que vería en Algar.
De camino a su casa, vió la camioneta de su vecino Pedro Cano en plena calle Real. Su amigo Tomás Valle y su tío Lolo, estaban montados en la parte de atrás, cubierta con un toldo.
- Ramoncito, ven pa acá - le gritó con voz baja "el Tomás".
- Pero, ¿qué coño hacéis ahí montados? ¿y por qué vais tan arregladitos si puede saberse? ¿Es que viene un ministro de Franco al pueblo?
- Anda ya, quillo. Déjate de pamplinas. Súbete a la camioneta, que nos ha dicho un amigo de mi tío Lolo que nos lleva a dar un paseo a Arcos, a la venta del maricón. Nos vamos a tomar un buen fino y unos chicharrones. Ve a tu casa a cambiarte, anda.
En el momento la idea no parecía mala, mientras su amigo Tomás se la contaba completamente excitado. Es más, le pareció que quizá sería adecuado hacer caso a su padre y desaparecer del pueblo durante una temporadita. A lo mejor, Arcos, Jerez, El Puerto y Cádiz (la ansiada Cádiz), sería un buen tour para estar fuera unos meses.
- Esperadme aquí que vengo enseguida - mientras decía esto iba andando hacia atrás y se giró para echar a correr calle de la Posada arriba a por una camisa y algo de dinero. Empezaría de cero. Estaba decidido. Unos meses fuera y luego volvería, cuando toda la situación se aclarara.
Cuando llegó a su casa, su madre estaba preparando puchero para la cena. Miró a su hijo y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos como un manantial denso y brillante. Sin palabras, se entendieron perfectamente. A pesar de todo, Ramón le contó el plan que había tejido en los minutos antes. Se iría a pasar la noche a Arcos y al día siguiente ya vería qué pasaba. Su madre, al despedirse de él, en la puerta, le entregó la medalla de la Virgen de Guadalupe, que le había guardado el día de su comunión en una cajita de madera, labrada por su padre con la inicial de Ramón en la tapa. Como tantas otras cosas, su madre se había acostumbrado a guardar todo las cosas de cierto valor, durante toda su vida, para, al final, un día de esos, sacarlas de sus escondrijos y darles uso.
Ramón se despidió, poniéndose la medalla en el cuello, besándola previamente.
- Cada vez que la bese, te estaré besando a tí, Madre - y echó a correr por la calle abajo.
Con el rabillo del ojo sólo pudo ver la mano de su madre en el aire diciendo adios.

Tomás y su tío Lolo, le esperaban en la camioneta junto con otros tres chicos del pueblo, a los que Ramón conocía de sobra por su fama de revoltosos. Estos tres estaban sentados en un lado de la camioneta y Tomás y Lolo en el otro, de tal forma que quedaba un hueco en este lado.
- Hombre, menos mal que has llegado. Ya pensaba que habías cambiado de idea.
- Bueno, ¿cuándo nos vamos? - preguntó algo animado por la presencia de gente joven con ganas de pasarlo bien una noche de verano.
- Pues ahora mismo - gritó riendo desde el asiento del conductor un hombre alto y fuerte, con bigote, acompañado de otro bigotudo más flaco que se sentó al lado y le miró con una complicidad rara. Algo falla aquí, pensó Ramón.
El motor del camión arrancó tras cuatro intentos desaprovechados, y por fin, enfiló la Venta y el camino de Arcos.
Anochecía y empezaba a refrescar en el pueblo. Era raro, se veían gestos de preocupación en la taberna de Pepito Infame, lugar de reunión de los viejos del pueblo, y la gente a la que vieron, no respondía a los saludos que ellos profesaban, con burlas, desde la camioneta.
De repente, a la altura de la carretera en la que salía un carril más pequeño, las ruedas giraron inesperadamente hacia este, en vez de seguir su camino a Arcos.
- ¡Ehhhh! ¡Que nos vais a matar, coño! ¿a dónde vas por aquí, periquín? Por aquí no se va a Arcos.
Y por allí, no se iba a Arcos, efectivamente. La camioneta ronroneó al empezar a subir la cuesta de ese pequeño camino, pero finalmente, alcanzó velocidad suficiente para que los seis pasajeros traseros pasaran miedo. Los gritos de los seis, empezaron a hacerse más fuertes y pronto los golpes a la ventanilla del conductor que comunicaba con la parte trasera, se hicieron violentos y nerviosos.
Al final del pequeño camino, sabían lo que se encontraba. Tras una tapia blanca, de cal oscurecida, iluminada sólo por la luna y que desprendía unos picos de cipreses tímidamente elevados hacia el cielo de la serranía gaditana. El motor paró. Silencio. Voces que ordenaban bajarse del camión. El cabo Alonso. Los dos ayudantes. Llanto. Orina. La tapia del cementerio. Y nuevamente, se mezclaron en sus fosas nasales y en su cráneo los olores del serrín y la madera recién cortada. Y le pareció que, ya en el suelo, esbozaba una sonrisa.

OSCAR GIRÓN

lunes, 27 de octubre de 2008

De abrir los ojos (II) y bebés medicamento

No quería acabar la reflexión de ayer sin hablar de un tema candente de estos últimos días. Se trata de los ahora llamados "bebés medicamentos". Niños que "abren los ojos" para enderezar los renglones que la Naturaleza ha torcido en sus hermanos.

Admiro el estudio y la investigación realizados para la selección genética en todas sus variantes, que se está desarrollando en muchos lugares de nuestro país. Me parece una diana terapéutica acertadísima para resolver muchos problemas, muchos quebraderos de cabeza y mucho sufrimiento.

¡Qué cojones sabe nadie del sufrimiento humano! ¿Quién se atreve a dictar normas?

Anoche mismo, de guardia, acompañaba a unos padres que tienen a su hija pequeña enferma. Entre sus preocupaciones estaban las posibles opciones terapéuticas para el problema de la niña. La chica en cuestión, tiene una enfermedad poco conocida y poco frecuente en niños. Un problema de difícil solución. Su mamá me llegaba a preguntar si ella podía donar alguna parte de su cuerpo para resolverlo. Ante este tipo de situaciones desesperantes para pacientes, padres, familia y personal sanitario, no se pueden dar muchas expectativas. O por lo menos, no todas las que uno quisiera.

En mi práctica diaria me encuentro con muchas preguntas del tipo: ¿todo irá bien, verdad? ¿no estará muchos días ingresado, no? ¿a que estas operaciones son una tontería?

Ya me gustaría ser adivino para ofrecer soluciones certeras. Ya me gustaría que los niños no ingresaran nunca. Y ya me gustaría que todas las operaciones fueran una "tontería".

No tenemos todas las armas terapéuticas al alcance de nuestras manos. Pero evidentemente ha habido un avance tremendo en los últimos 50 años de medicina. Por ejemplo, hablábamos esta tarde un compañero y yo, sobre la cirugía que se practica ahora y la que se hacía hace medio siglo en Murcia. No hay color.

Pero, muy a nuestro pesar, y a pesar de los avances, sigue habiendo problemas para los que no tenemos soluciones. Soluciones inmediatas.



Y entonces, cuando llegan esos científicos, genios de la medicina y la investigación, con sus células madre de cordón umbilical, sus posibilidades terapéuticas, sus soluciones a los problemas, aparecen los Doctores de la Iglesia, para llamar a estos niños "bebés medicamentos".

Para eso sólo hay una contestación: "Nadie tiene Amor más grande, que el que da la vida por sus amigos" (del Evangelio de Juan, 15, 13).

domingo, 26 de octubre de 2008

Abrir los ojos

Hay una costumbre fabulosa en Murcia. Se trata de "abrir los ojos". Así se denomina al festejo gastronómico (previo al bautizo e inmediato al nacimiento), que se realiza con motivo de la venida de un nuevo ser a este mundo.

Ayer tuve la oportunidad de "abrirle los ojos" a mi querido Javi. Comimos carne a la brasa y bebimos buen vino. Los padres, felices y encantados de la vida.

Contrasta con esto el cerrar los ojos de gente que "irracionalmente" se va antes de tiempo. No me quiero poner trágico, que para eso ya está la vida misma. Pero es desconcertante saber que todos estamos a tiro de piedra de esa guadaña que se pasea a nuestro alrededor y de la que diariamente nos libramos.

"Estamos vivos de milagro", dice un amigo mío y compañero cirujano.

Ayer también, precisamente, por la noche, fuimos a ver la nueva película recién estrenada, CAMINO. En el film, la protagonista, una niña de 11 años, cierra los ojos antes de tiempo. El tema, aunque desgarrador y muy lacrimógeno, está tratado con un cierto optimismo y la visión enfrentada de la despedida de este mundo, a través de los ojos de la niña en contra de su familia, miembros del Opus Dei.

Yo no creo que nadie a esa edad se quiera morir. Es antinatura. Nadie se debería morir siendo niño o joven. La semana pasada cerraba los ojos un amigo de Cádiz con 34 años. Nada de eso es justo. No pienso que nadie se quiera reunir con Jesucristo antes de tiempo. Cada uno tenemos nuestra Cruz a cuestas, pero la vida es un regalo que se nos da. Mejor favor le hacemos al mundo, dando la vida por los demás, empleándola en cualquier asunto útil a nuestros semejantes.

Y no me gustaría irme de este mundo, con resignación y entregándome a la llamada "voluntad de Dios", porque pienso que esa voluntad es precisamente ser feliz y hacer felices a todos los que pueda. Admiro a la gente que se va luchando y peleando hasta el final.

También es verdad que nadie nos prepara para ese último momento. Nos preparan para el cole, el instituto y la facultad. Nos dan clases de buenos modales, de educación sexual y de primeros auxilios. Pero nadie nos habla de esa etapa, irremediable, que es cerrar los ojos. Poca gente se va, realmente preparada.

Ojalá haya otra vida, ojalá pueda reencontrarme con seres queridos y podamos disfrutar juntos de la eternidad. Y por supuesto, ojalá pueda ver los partidos del Cádiz, que desde arriba tiene que haber una vista fenomenal. Feliz domingo.

sábado, 25 de octubre de 2008

Versos y abrazos

Nunca había salido yo en un prólogo, ni me imaginaba que lo haría. Precisamente ayer citaba a Ful, que aparte de ser amigo mío y gran chirigotero, tiene a bien colaborar con mi romancero puesto que es de esas personas que tiene arte para dar y regalar.
Prueba de ello es que va por su segundo libro editado. El primero, FUL EL BLOGCAZAS-DIARIO DE UN PESIMISTA CON BUEN HUMOR, un pelotazo. Con grandes críticas en el Washington Post: "¿Ful el Blogcazas? No. No sé de qué me habla".
Diplomado en Papiroflexia por la Universidad de Nueva Espinardo (Virginia, USA), acaba de sacar a la venta el libro "VERSOS Y ABRAZOS", una oda a la Chirigota de Molina, en forma de romancero de carnaval. Además de que tiene un olfato especial para la rima, el libro (aún no lo he leído) tiene buena pinta, prueba de ello, la introducción que aquí les presento. Por cierto, si queréis comprar el libro, aquí lo podéis encontrar: http://www.lulu.com/content/2588400
Muchas gracias, Ful

Queridísimo lector,
queridísima lectora,
bienvenidos a este opúsculo
mísero y corto en hojas.
Un libro seco y enjuto,
delgado como una hostia,
antitético a este autor
-oronda y sebosa morsa-.

Aquí no hallarán virtudes,
ni cultura de altas cotas,
no es un libro de recetas
ni una guía de buenas obras.
Nada hay de lo que buscan,
(que son en suma dos cosas:
-ofertas del Carrefour
y fulanas en pelotas).

Este texto, sin embargo,
glosará a mi chirigota,
una panda de burlescos,
trovadores y rapsodas,
poetas de lo ordinario,
con quién pasé tantas horas,
con litros y tentempiés,
entre letras, guasa y coplas.

Bajo forma de Romance
les hago llegar la obra,
pa´ que no vayan ligeros
igual que si fuera prosa,
para que paren un poco,
y disfruten de las cosas,
que mirar sin percibir
es propio de gente idiota.

De aquellos Romances Viejos
cantando gestas heroicas,
llegaron hasta nosotros
envueltos en varias formas.
Es en Cádiz Romancero,
que en carnavales asoma,
y en Murcia Bando Panocho
que es Romance a nuestra bola.

Este estreno de juglar
lo dedico a dos personas
a Óscar que vive en Cádiz
por meterlo en mis neuronas
y a otra que ya no está
por parirme en esta zona
y enseñarme de pequeño
panzá ´ lecturas panochas.

viernes, 24 de octubre de 2008

Habemus Romancero

Mis queridos amigos y amigas,

He de comunicaros que, reunidos previamente mi amigo Sergio Carmona y yo, en Cádiz, siendo mes de octubre de 2008, hemos decidido ya el tipo de nuestro romancero para el carnaval 2009.

En breve, comenzaré a escribir pamplinitas variadas, cuando el tiempo me lo permita y espero que sea del agrado de todos los que lo escuchen.

Como siempre, mi buen amigo Ful, me ha aportado ideas varias y grandes pelotazos provenidos de su mente privilegiada.

El tipo, mismamente, será algo así como:

ROMANCERO GADITANO "Yo era un chico como tú, hasta que aprendí Kung-Fú"


Contaremos la verdadera historia del pequeño saltamontes y su maestro. En fin, a todo el que se le ocurra una ideíta, que se pase por este post y la suelte.

jueves, 23 de octubre de 2008

El cerdo

Hoy me he enterado que el secreto ibérico lo están sacando del equivalente al músculo plastisma del cuello, en el cerdo.
Es una belleza de animal. Un animal lindo. Hermoso. No sólo por el jamoncito que nos proporciona, que evidentemente sí. Lo es también por ese secreto ibérico, ese solomillo, esas costillas, esa jeta, ese codillo. En fin. Todo lo que viene siendo la carne de cerdo.

"Del cerdo me gustan hasta los andares", reza el dicho popular.

Pero hay algo más.

Algo que mucha gente no conoce. Y es que el cerdo es uno de los mejores amigos del hombre. Y no lo sabíamos.

Gracias a los cerdos, los cirujanos aprendemos, depuramos y perfeccionamos técnicas quirúrgicas que después se aplican a los adultos y niños. Gracias a los cerdos, conocemos mejor el funcionamiento de determinados órganos. En concreto, en Murcia, se llevan haciendo experimentos con cerdos transgénicos desde hace muchos años, para poder realizar los trasplantes de hígado que actualmente curan a cientos de personas.


Tratados experimentalmente con todo el respeto y la dignidad que merecen, estos animales nos hacen felices en lo gastronómico y en lo científico.

Y lo digo, porque en breve, los cirujanos infantiles de la Región de Murcia, tendremos la oportunidad de mejorar y avanzar quirúrgicamente, gracias a estos animalitos. Espero y deseo de todo corazón, que la experiencia salga bien y sean muchos niños los que se beneficien de estas sesiones quirúrgicas.

martes, 21 de octubre de 2008

Miramos al cielo

Tumbados sobre el cesped, sudando y riendo, miramos al cielo.

Miramos al cielo todos a una. Veintidós corazones latiendo al ritmo de fútbol, estiran y comentan el partido que acaban de jugar.

Una hora antes, estamos dejando en el vestuario el paciente hipertenso de la cuarta izquierda, el niño de la UCI, el tratamiento de la octagenaria diabética y la fractura de fémur de Urgencias. En el vestuario se mezcla todo eso con saludos, abrazos, bromas y una misma pasión. El fútbol.


Esta hora supone un oasis emocional en medio de la semana: martes y jueves, que son los días en que nos reunimos. Os hablo del equipo de fútbol de la Arrixaca, mi hospital. Un equipo que, con sus virtudes y defectos, tiene una constancia impresionante. No hay día que no juguemos. Llueva, haga frío, caigan rayos, se pueda freir un huevo en la portería...Da igual. Es admirable el amor por el balón que corre a lo largo y ancho de este equipo. Los que somos más mediocres y no hemos tenido la suerte de tener el balón enganchado al pie, como si de velcro se tratase, aprendemos día a día en este aula, mirando al cesped, para acabar mirando el cielo azul de Murcia.

Y, muchas veces, muchísimas, te ríes (interiormente) con los comentarios que parecen salidos de una Cátedra de fútbol de todos mis compañeros. Sal del fuera de juego. Ese es tuyo. Salta a por el balón. Venga, arriba.

Llevo 2 años yendo a jugar los Juegos Olímpicos de la Medicina y de la Salud. El año pasado en Marruecos (Agadir) y este año en Alemania (Garmisch-Partenkirchen). Y ha sido una experiencia tremenda. Convivir con todos ellos, todo el día, hacer excursiones y jugar el torneo de fútbol 11 y fútbol 7, supone sentirse un afortunado.

Y soy un afortunado por tener estos compañeros de equipo. Que lo mismo te curan un resfriado que te hacen un caño, con el mismo arte.


viernes, 17 de octubre de 2008

Fantasmas

Resulta tremendamente inquietante que Iker Jiménez, el presentador del programa para-anormales Cuarto Milenio, se haya fijado en Cádiz. Bueno, voy a quitar lo del para-anormales, porque yo, aunque no lo quiera reconocer, también veo Cuarto Milenio. Y me cago de miedo. Sobre todo los días que estoy sólo en casa y pongo la tele. Como escuche una psicofonía o vea una foto rara, ya tengo la noche. Así que, se podría decir que veo el programa a cachitos. Cuando me da la jindama, cambio de canal.

Pues hete aquí lo inquietante. Resulta que en la Casa del Obispo hay fenómenos raros. Pero en serio. Dice el gerente del yacimiento (ayer, LA VOZ DE CÁDIZ, http://www.lavozdigital.es/cadiz/20081017/sociedad/inquilinos-otro-mundo-casa-20081017.html), que se encienden y apagan luces, que si el detector de movimiento se activa sólo, que si se ve una figura con una capa negra...


La Casa del Obispo es un edificio que hay junto a la Catedral y que fue la casa episcopal gaditana. Como ya sabéis que Cádiz es pequeñito, en este curioso espacio se han ido amontonando las piedras de los fenicios, los cacharros de los romanos, y los establos de la edad media gaditana. Todo junto en un mismo edificio, unos sobre otros. En fin, que como dice el redactor de LA VOZ, lo que menos sorprende es que hubiera fantasmas ahí. Con la cantidad de culturas que han pasado por tan poco espacio.

No dejad de perderos esta joya de la arqueología gaditana si venís a Cádiz.

Por cierto, creo que Iker Jiménez y su equipo van a estar un par de semanitas más rodando en Cádiz porque, al parecer, hay presencias raras que aparecen y desaparecen en el Ayuntamiento y en la Diputación de Cádiz. Ya se sabe. Estamos plagados de fantasmas.

Pero buenos, buenos de verdad, LOS FANTASMAS, la chirigota del Gómez en el carnaval 2001. Ahí lo llevas, Iker.

El paseo por la playa

Hay muchos rituales compulsivos que realizo al llegar a Cádiz en estos días de vacaciones. Vivir lejos de esta ciudad tiene estos daños colaterales. Así que me planeo para, por lo menos una vez a la semana, acercarme por La Caleta a olisquear el mar y ver la puesta de sol, cenar una nochecita en el Mesón de las Américas y callejear por el Cádiz antiguo, visitando, cómo no, la librería de Raimundo, de donde he sacado libros, creo, en casi todas las visitas que le he hecho.

No puede faltar en estos actos conmemorativos vacacionales un buen paseo por la playa. Como me coge más cerca, casi siempre ésto lo hago en la playa de la Victoria. Y el recorrido me da igual. Cuando voy con Mari, siempre tiende a ir en dirección Cortadura (claro, ella vive más cerca de allí y así la puedo acompañar a casa). Cuando voy sólo, voy en dirección Santa María, porque me relaja muchísimo ir viendo la silueta de la ciudad, a lo lejos.

Una silueta que ha variado mucho, últimamente más bien poco, en el paso de tres mil años, pero con el mismo telón azul, rosa, naranja, rojo y los mil colores de su cielo. Un tesoro para los ojos de cualquiera.

Si todo este paseíto lo aliñas con buena música en un mp3, entonces ya ni te cuento. Eres capaz de buscar en el mar "Cien gaviotas", o de ver en la arena "un burro amarrado a la puerta del baile", incluso canturrear por lo bajini, sin que se enteren demasiado las marujas que con su chandal y sus tenis caminan por la orilla a velocidad de vértigo, bajando triglicéridos y demás.

Ayer tarde di uno de esos paseos. Anoche cené en el Mesón de las Américas. Y ya he callejeado por el casco antiguo. También me compré un libro en Raimundo el otro día. Y todo esto no se hace igual si no es con mi compañera de la vida y de batallas. Gracias Mari.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Supersticiones

Serían las 11 de la mañana aproximadamente, cuando el soldado Adrián subió con una manzana y una taza de té a darle el relevo a su compañero. Desde la Torre se vislumbraba toda la desembocadura del río Sancti Petri, con una ligerísima bruma a ras del mar. Era un día de Todos los Santos y la gente estaría probablemente yendo a los cementerios de Cádiz y El Puerto, a poner flores frescas en los jarrones y a limpiar los panteones con agua y jabón.
Era 1 de noviembre de 1755.
Adrián hizo lo que siempre hacía los días que estaba de guardia. Dejó el rifle apoyado en la esquina de la garita y sacó su navajilla (se la había regalado un primo de Murcia) para pelar la manzana. La taza de té, aun humeaba considerablemente, cuando empezó a agitarse en la mesa en la que estaba. Adrián sólo pudo levantar los ojos de las cáscaras de manzana, cuando sus pupilas se dilataron al máximo. No podía dar crédito a lo que veía en el horizonte. Todo el mar que rodeaba la pequeña isla de Sancti Petri donde se encontraba él, se había retirado como si Dios hubiera quitado el tapón del desagüe en algún punto del fondo. Se levantó horrorizado y para entonces ya habían subido sus dos compañeros a la torre para encontrarse con él.
- ¿Qué está pasando? ¿Qué cojones está pasando? - le reiteró Carlos, el soldado más joven de la Brigada.
- No tengo ni idea, Carlitos. Pero debemos quedarnos aquí, ahora no es buen momento para salir fuera.
Dicho esto, se dio cuenta de la gran tontería que acababa de soltar. No sabía cómo se iban a ir, si andando por las rocas o en la barca, remando sobre el polvo, puesto que estaba apoyada sobre la quilla en la roca. Minutos antes, estaba balanceándose en la pleamar.
- ¡Mirad allí! - gritó Adrián, señalando con el dedo en una dirección donde se apreciaba, junto a las rocas y escolleras, unos grandes sillares de piedra, a unos 70 metros de donde estaban. Aquellos sillares podrían formar, como en un dolmen prehistórico, las paredes y el techo de un edificio, que por el tamaño de las piedras, debía ser inmenso. Al retirarse las aguas, aparte de llevarse todo animal viviente, cangrejos, peces y demás, se llevó también algo de arena del fondo. Gracias a eso, los 3 soldados observaron con los ojos entornados cómo había pequeñas piezas que brillaban en la arena.
- Es oro, seguro. Estoy convencido. Ese es el templo de Hércules. ¿No habéis leído la historia? Se dice que se sitúa sobre la isla donde estamos. Y es ése. Seguro. Dicen que estaba lleno de oro y piedras preciosas cuando lo abandonaron - soltó Carlos de un tirón.
- Sí y la Virgen del Rosario ha retirado las aguas para que nosotros tres seamos ricos. ¿No te jode? - se burló Adrián.
- Vosotros decid lo que queráis pero yo me bajo ahora mismo de la batería y voy a por el
oro. Ya veremos quién es rico cuando acabe el día.
Dicho y hecho. Carlitos, el joven Carlos, de diecisiete años de edad, se bajó a ras de la arena, que había sido mar unos minutos antes. El sol apretaba con fuerza, a pesar de estar en noviembre. Una vez saltó por un par de grandes rocas, y se encontraba a ras del "fondo" del mar, les gritó un "eh" agitando los brazos nervioso. Acto seguido se dio la vuelta y corrió hacia el templo de Hércules que le esperaba desde hacía tres mil años.
Carlos se acercó pisando lentamente. Sus pies se hundían en una arena esponjosa y blanda. Casi fangosa. Cuando estaba a diez pasos del templo, una risita brotó en su cara. Oro. Se agachó y cogió lo que parecía una pequeña estatuilla de un tipo con un gorro en forma de cono. No se lo podía creer. Se le había olvidado el raro hecho de que las aguas se retiraran como en un par de kilómetros mar adentro. Se giró e increpó a sus compañeros: - ¡Oro! ¡No me creíais, eh! ¡Oro! - Se volvió a girar y estuvo un par de minutos agachado desenterrando todo un ajuar fenicio de la arena. Collares, monedas, candelabros, trozos de ánforas aquí y allá.
Tan ocupado estaba que no escuchó los gritos de sus compañeros pidiéndole que volviera. Que una bruma negra se veía en el horizonte. Adrián no paró de gritar una y mil veces. Pero Carlos no escuchaba. Sus ojos sólo respondían al oro, a la plata y al bronce.
Sólo después de varios minutos gritando, levantó la cabeza y le pareció leer en los labios de Adrián un "¡corre!". Al volverse, no tuvo tiempo ni de gritar. Una ola gigante, nacida de la nada, le golpeó en la cabeza. Y todo se volvió negro.


Me he permitido escribiros un pequeño relato hoy, para hablaros de varias cosas. Lo primero, es que los andaluces somos unos supersticiosos de la leche. Nada de hablar de serpientes. Nada de echar el agua con la mano izquierda y al revés. Nada de abrir paraguas en casa. Nada de poner dinero en la mesa, ni el pan boca abajo. En fin, toda una refriega de compulsiones que resultan incluso simpáticas.
Todo esto se multiplica por mil, si a las compulsiones le añadimos el fenómeno de la religiosidad andaluza. Yo, que soy creyente, y por supuesto devoto de María Auxiliadora (la Virgen de Don Bosco), no dejo de creer en los miles de milagros de la Madre de Jesús. Pero, como decía ayer, "esto es Cádiz".

Resulta que el relato que os acabo de hacer, no es más que un reflejo imaginario del maremoto que azotó a Cádiz en 1755. Los maremotos siempre vienen precedidos de un fenómeno sísmico, que en este caso, se desarrolló en Lisboa unas horas antes. Aquel accidente de la Naturaleza, inundó Cádiz. Murió mucha gente y cuentan que en la calle de la Palma (barrio de La Viña), las aguas llegaron hasta un nivel superior a un metro. Pues bien, el cura junto con los vecinos, sacaron a la Virgen en procesión y al llegar a una determinada altura en esa calle, las aguas se pararon y no subieron más. En dicho lugar, años después pusieron un cuadro, con la Virgen de La Palma y una placa conmemorativa.





En la foto de arriba, la Calle de La Palma con el famoso cuadro.
En la foto de abajo, la leyenda que reza justo debajo del cuadro (la raya en medio de la placa indica el nivel que alcanzó el agua)


Mis queridos lectores. El pasado viernes, dicho cuadro fue retirado de la calle, porque están rehabilitando la finca en la que está colgado. Un día más tarde, el sábado 11 de octubre, se produjo el mayor diluvio en Cádiz en los últimos 40 años, inundando garajes, arrancando árboles y creando socavones en la playa de varios metros de profundidad. Ya está todo servido en bandeja.
Me encanta Cádiz. Y sus supersticiones.