viernes, 17 de octubre de 2008

El paseo por la playa

Hay muchos rituales compulsivos que realizo al llegar a Cádiz en estos días de vacaciones. Vivir lejos de esta ciudad tiene estos daños colaterales. Así que me planeo para, por lo menos una vez a la semana, acercarme por La Caleta a olisquear el mar y ver la puesta de sol, cenar una nochecita en el Mesón de las Américas y callejear por el Cádiz antiguo, visitando, cómo no, la librería de Raimundo, de donde he sacado libros, creo, en casi todas las visitas que le he hecho.

No puede faltar en estos actos conmemorativos vacacionales un buen paseo por la playa. Como me coge más cerca, casi siempre ésto lo hago en la playa de la Victoria. Y el recorrido me da igual. Cuando voy con Mari, siempre tiende a ir en dirección Cortadura (claro, ella vive más cerca de allí y así la puedo acompañar a casa). Cuando voy sólo, voy en dirección Santa María, porque me relaja muchísimo ir viendo la silueta de la ciudad, a lo lejos.

Una silueta que ha variado mucho, últimamente más bien poco, en el paso de tres mil años, pero con el mismo telón azul, rosa, naranja, rojo y los mil colores de su cielo. Un tesoro para los ojos de cualquiera.

Si todo este paseíto lo aliñas con buena música en un mp3, entonces ya ni te cuento. Eres capaz de buscar en el mar "Cien gaviotas", o de ver en la arena "un burro amarrado a la puerta del baile", incluso canturrear por lo bajini, sin que se enteren demasiado las marujas que con su chandal y sus tenis caminan por la orilla a velocidad de vértigo, bajando triglicéridos y demás.

Ayer tarde di uno de esos paseos. Anoche cené en el Mesón de las Américas. Y ya he callejeado por el casco antiguo. También me compré un libro en Raimundo el otro día. Y todo esto no se hace igual si no es con mi compañera de la vida y de batallas. Gracias Mari.

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