Una vez más, los olores del serrín y la madera recién cortada le inundaron las fosas nasales al dar el primer paso tras cruzar la puerta de la carpintería.
La sensación de calor en el monte era ya claramente un hecho. Desde hacía días, a mitad de mañana no se podía estar en la calle sin una gorra, un pañuelo en la cabeza o un buen botijo cerca. Ramón trabajaba en la carpintería de su padre. Una carpintería que surtía de ruedas de carromato a toda la Sierra de Cádiz.
Le encantaba ese momento del día en que, mientras los demás protestaban malhumorados por el comienzo de la jornada laboral, él tenía esa sensación dulzona y alegre de oler, de nuevo, un día más, la madera.
Su padre, como siempre, trabajaba cuadrando los radios de las ruedas con su martillo en la mano.
- Hay faena que acabar para mañana, niño. No te despistes ni un minuto - le susurró su padre. Y no hacía falta que se lo dijera pues Ramón era el mejor carpintero en cien kilómetros a la redonda.
Ramón, poco hablador, agachó la cabeza y se dispuso a acabar de lijar la pila de radios que tenía sobre la mesa. Era una de las tareas que más le gustaba. Le relajaba lijar, depurar las imperfecciones que la Madre Naturaleza había creado en la madera. Las vetas. Los nudos. Cada veta, un puñado de años que, de pronto, asomaban ante sus ojos.
Cuando acabó el descanso, por la tarde, tras comer un potaje de garbanzos y acedías de Cádiz, vio aparecer al cabo Alonso acompañado por dos soldados, empezó a pensar que algo no iba bien del todo.
- Buenas tardes, Ramóncito. ¿Está tu padre ahí dentro? - le espetó el cabo, que aparte de la fama de asesino cruel, las malas lenguas decían que en determinada localidad de Granada, se le expulsó de la Comisaría, por descubrirle con lencería fina en poses no muy castrenses.
- Sí, mi cabo, ahí está acabando unas ruedas - acompañando la frase con un gesto leve y educado a la par hacia el interior de la carpintería.
- Y no me llames mi cabo, coño. Que tú ya acabaste el servicio militar, si no me equivoco.
- Así es, mi ca..., cabo Alonso. Disculpe. Es la costumbre, ¿sabe?
Y sin contestarle, el cabo Alonso y sus dos condiscípulos entraron en la carpintería, que a esas horas sólo contaba con vida aparente, por los martillazos y canturreos de copla que se perdían entre los montones de tablas.
Ramón ni entró. Sólo vio salir a su padre con los tres militares y despedirlos en la puerta. El rostro lívido del maestro de la carpintería no presagiaba nada bueno.
- Tienes que irte. Esta misma noche. Si no, te matarán. Alguien ha dicho que eres un rojo de mierda - su voz no despertaba temor ni odio, ni rabia, ni siquiera temblaba. Su padre dijo aquello con la misma naturalidad que podría haberle dicho "ve al río a por agua", o "lleva estas ruedas al molino". Sólo sus ojos traducían la angustia de lo que les trasmitía el cabo Alonso, con aquel cinismo fascista.
Lo que quedaba de tarde, lo pasó haciendo un pequeño abrecartas para su tía Antonia, que siempre le estaba dando la vara con si tenía que ir reuniendo un ajuar para cuando se casara, a pesar de que fuera un chico, y que ay que ver que no me has regalado nada con la madera esa que tenéis ahí en la carpintería, siendo yo tu tita favorita, eso no puede ser, y mira que estás guapo y mira que bien te sienta el pelo corto. En fin, las cosas de los pueblos.
No concebía la idea, vagamente reflejada frente al proyecto de abrecartas que tenía entre las manos, de abandonar Algar. Él nació allí, se crió allí. No estudió, pero su trabajo, su vida y quién sabe si su mujer también le esperaba allí. Con sólo veintitrés años no se podía abandonar a una familia.
Todo esa situación se desarrolló por culpa de su amigo Tomás Valle. Tomás y la madre que lo parió. El día del invierno de 1935 en que le prestó en medio de la calle Real, el "Platero y yo" de Don Juan Ramón Jiménez, que había pertenecido a su tío Lolo, el mayor putero del pueblo. Aquella tarde, varias vecinas quedaron murmurando ante el comentario inadecuado del crío de nueve años que está aprendiendo a leer y con toda la inocencia del mundo, gritó en plena calle, haciendo artificio de sus habilidades lingüísticas: "Mira, Pla...te...ro y yo", y está escrito por el rojo ese de Huelva".
Después de aquello, hubo un par de advertencias no demasiado serias, indirectas más bien, para que se enmendara en su afán por leer prosa descaradamente inadecuada para aquellos comienzos del 36.
Pidió permiso a su padre, para salir antes de la carpintería y dar una vuelta por el monte, que no se le antojaba demasiado lejos. Mientras veía caer el Sol, se preguntó si sería el último atardecer que vería en Algar.
De camino a su casa, vió la camioneta de su vecino Pedro Cano en plena calle Real. Su amigo Tomás Valle y su tío Lolo, estaban montados en la parte de atrás, cubierta con un toldo.
- Ramoncito, ven pa acá - le gritó con voz baja "el Tomás".
- Pero, ¿qué coño hacéis ahí montados? ¿y por qué vais tan arregladitos si puede saberse? ¿Es que viene un ministro de Franco al pueblo?
- Anda ya, quillo. Déjate de pamplinas. Súbete a la camioneta, que nos ha dicho un amigo de mi tío Lolo que nos lleva a dar un paseo a Arcos, a la venta del maricón. Nos vamos a tomar un buen fino y unos chicharrones. Ve a tu casa a cambiarte, anda.
En el momento la idea no parecía mala, mientras su amigo Tomás se la contaba completamente excitado. Es más, le pareció que quizá sería adecuado hacer caso a su padre y desaparecer del pueblo durante una temporadita. A lo mejor, Arcos, Jerez, El Puerto y Cádiz (la ansiada Cádiz), sería un buen tour para estar fuera unos meses.
- Esperadme aquí que vengo enseguida - mientras decía esto iba andando hacia atrás y se giró para echar a correr calle de la Posada arriba a por una camisa y algo de dinero. Empezaría de cero. Estaba decidido. Unos meses fuera y luego volvería, cuando toda la situación se aclarara.
Cuando llegó a su casa, su madre estaba preparando puchero para la cena. Miró a su hijo y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos como un manantial denso y brillante. Sin palabras, se entendieron perfectamente. A pesar de todo, Ramón le contó el plan que había tejido en los minutos antes. Se iría a pasar la noche a Arcos y al día siguiente ya vería qué pasaba. Su madre, al despedirse de él, en la puerta, le entregó la medalla de la Virgen de Guadalupe, que le había guardado el día de su comunión en una cajita de madera, labrada por su padre con la inicial de Ramón en la tapa. Como tantas otras cosas, su madre se había acostumbrado a guardar todo las cosas de cierto valor, durante toda su vida, para, al final, un día de esos, sacarlas de sus escondrijos y darles uso.
Ramón se despidió, poniéndose la medalla en el cuello, besándola previamente.
- Cada vez que la bese, te estaré besando a tí, Madre - y echó a correr por la calle abajo.
Con el rabillo del ojo sólo pudo ver la mano de su madre en el aire diciendo adios.
Tomás y su tío Lolo, le esperaban en la camioneta junto con otros tres chicos del pueblo, a los que Ramón conocía de sobra por su fama de revoltosos. Estos tres estaban sentados en un lado de la camioneta y Tomás y Lolo en el otro, de tal forma que quedaba un hueco en este lado.
- Hombre, menos mal que has llegado. Ya pensaba que habías cambiado de idea.
- Bueno, ¿cuándo nos vamos? - preguntó algo animado por la presencia de gente joven con ganas de pasarlo bien una noche de verano.
- Pues ahora mismo - gritó riendo desde el asiento del conductor un hombre alto y fuerte, con bigote, acompañado de otro bigotudo más flaco que se sentó al lado y le miró con una complicidad rara. Algo falla aquí, pensó Ramón.
El motor del camión arrancó tras cuatro intentos desaprovechados, y por fin, enfiló la Venta y el camino de Arcos.
Anochecía y empezaba a refrescar en el pueblo. Era raro, se veían gestos de preocupación en la taberna de Pepito Infame, lugar de reunión de los viejos del pueblo, y la gente a la que vieron, no respondía a los saludos que ellos profesaban, con burlas, desde la camioneta.
De repente, a la altura de la carretera en la que salía un carril más pequeño, las ruedas giraron inesperadamente hacia este, en vez de seguir su camino a Arcos.
- ¡Ehhhh! ¡Que nos vais a matar, coño! ¿a dónde vas por aquí, periquín? Por aquí no se va a Arcos.
Y por allí, no se iba a Arcos, efectivamente. La camioneta ronroneó al empezar a subir la cuesta de ese pequeño camino, pero finalmente, alcanzó velocidad suficiente para que los seis pasajeros traseros pasaran miedo. Los gritos de los seis, empezaron a hacerse más fuertes y pronto los golpes a la ventanilla del conductor que comunicaba con la parte trasera, se hicieron violentos y nerviosos.
Al final del pequeño camino, sabían lo que se encontraba. Tras una tapia blanca, de cal oscurecida, iluminada sólo por la luna y que desprendía unos picos de cipreses tímidamente elevados hacia el cielo de la serranía gaditana. El motor paró. Silencio. Voces que ordenaban bajarse del camión. El cabo Alonso. Los dos ayudantes. Llanto. Orina. La tapia del cementerio. Y nuevamente, se mezclaron en sus fosas nasales y en su cráneo los olores del serrín y la madera recién cortada. Y le pareció que, ya en el suelo, esbozaba una sonrisa.
miércoles, 29 de octubre de 2008
El olor de la madera
A mi padre, que acaba de cumplir años
Algar, Cádiz. Noviembre de 2008
La brochita se movía con gracia y garbo por el terreno. Unos dedos ágiles la movían a derecha e izquierda, retirando cada gramo de tierra alrededor. Esos dedos eran de Rosa, que trabajaba escuchando el ruido de las palas que violentamente cavaban el suelo del camposanto. Un olor a tierra húmeda y fresca se entremezclaba con el olor a rancio, a viejo.
Después de una hora y veinte minutos de trabajo, logró el objetivo. Desenterró superficialmente los dos fémures, varias costillas y un par de cráneos que era lo único que quedaba ya en la fosa común que habían abierto hacía cinco días. Calculó que hasta unos cuarenta y ocho cráneos habían visto la luz en ese período. Sólo quedaba llegar al fondo de aquella terrible trinchera de la muerte, para dar por terminado el trabajo. Rosa era de esas mujeres que no necesitan a nadie que les dé ordenes ni que les mire por encima del hombro. Para eso ya estaba ella. Tenía un carácter que a pocos gustaba. Era empecinada pero trabajadora. Y desde que la Asociación para la Memoria Histórica de la Provincia de Cádiz se puso en contacto con cuatro arqueólogos para desenterrar las fosas de la Guerra Civil en Cádiz, entre los que se incluía ella, estaba ilusionadísima con la idea de devolver a las familias los restos de sus seres más queridos.
Ahora estaba allí, con su ropa de trabajo: vaqueros raídos, camiseta manchada, deportivas Nike y su cola de caballo recogida pulcramente bajo una gorrita de propaganda.
Al momento le pareció que veía una delgada línea dorada entre los grumos de tierra fresca. Dirigió su atención hacia aquella zona y apareció al momento, ante sí, la redondez de una medalla de oro. Retiró la tierra con la brochita y se limpió el verdín de la medalla en su camiseta. A simple vista no veía ningún nombre, pero al darle la vuelta, en la cara opuesta apareció una efigie femenina rodeada por un aura. Era la medalla de una Virgen. Y le pareció que aquella Virgen que tenía ante sí en aquella joyita de tres centímetros de diámetro era la mejicana. La Virgen de Guadalupe.
72 años antes...
Agosto de 1936
OSCAR GIRÓN
lunes, 27 de octubre de 2008
De abrir los ojos (II) y bebés medicamento
No quería acabar la reflexión de ayer sin hablar de un tema candente de estos últimos días. Se trata de los ahora llamados "bebés medicamentos". Niños que "abren los ojos" para enderezar los renglones que la Naturaleza ha torcido en sus hermanos.
Admiro el estudio y la investigación realizados para la selección genética en todas sus variantes, que se está desarrollando en muchos lugares de nuestro país. Me parece una diana terapéutica acertadísima para resolver muchos problemas, muchos quebraderos de cabeza y mucho sufrimiento.
¡Qué cojones sabe nadie del sufrimiento humano! ¿Quién se atreve a dictar normas?
Anoche mismo, de guardia, acompañaba a unos padres que tienen a su hija pequeña enferma. Entre sus preocupaciones estaban las posibles opciones terapéuticas para el problema de la niña. La chica en cuestión, tiene una enfermedad poco conocida y poco frecuente en niños. Un problema de difícil solución. Su mamá me llegaba a preguntar si ella podía donar alguna parte de su cuerpo para resolverlo. Ante este tipo de situaciones desesperantes para pacientes, padres, familia y personal sanitario, no se pueden dar muchas expectativas. O por lo menos, no todas las que uno quisiera.
En mi práctica diaria me encuentro con muchas preguntas del tipo: ¿todo irá bien, verdad? ¿no estará muchos días ingresado, no? ¿a que estas operaciones son una tontería?
Ya me gustaría ser adivino para ofrecer soluciones certeras. Ya me gustaría que los niños no ingresaran nunca. Y ya me gustaría que todas las operaciones fueran una "tontería".
No tenemos todas las armas terapéuticas al alcance de nuestras manos. Pero evidentemente ha habido un avance tremendo en los últimos 50 años de medicina. Por ejemplo, hablábamos esta tarde un compañero y yo, sobre la cirugía que se practica ahora y la que se hacía hace medio siglo en Murcia. No hay color.
Pero, muy a nuestro pesar, y a pesar de los avances, sigue habiendo problemas para los que no tenemos soluciones. Soluciones inmediatas.
Y entonces, cuando llegan esos científicos, genios de la medicina y la investigación, con sus células madre de cordón umbilical, sus posibilidades terapéuticas, sus soluciones a los problemas, aparecen los Doctores de la Iglesia, para llamar a estos niños "bebés medicamentos".
Para eso sólo hay una contestación: "Nadie tiene Amor más grande, que el que da la vida por sus amigos" (del Evangelio de Juan, 15, 13).
Admiro el estudio y la investigación realizados para la selección genética en todas sus variantes, que se está desarrollando en muchos lugares de nuestro país. Me parece una diana terapéutica acertadísima para resolver muchos problemas, muchos quebraderos de cabeza y mucho sufrimiento.
¡Qué cojones sabe nadie del sufrimiento humano! ¿Quién se atreve a dictar normas?
Anoche mismo, de guardia, acompañaba a unos padres que tienen a su hija pequeña enferma. Entre sus preocupaciones estaban las posibles opciones terapéuticas para el problema de la niña. La chica en cuestión, tiene una enfermedad poco conocida y poco frecuente en niños. Un problema de difícil solución. Su mamá me llegaba a preguntar si ella podía donar alguna parte de su cuerpo para resolverlo. Ante este tipo de situaciones desesperantes para pacientes, padres, familia y personal sanitario, no se pueden dar muchas expectativas. O por lo menos, no todas las que uno quisiera.
En mi práctica diaria me encuentro con muchas preguntas del tipo: ¿todo irá bien, verdad? ¿no estará muchos días ingresado, no? ¿a que estas operaciones son una tontería?
Ya me gustaría ser adivino para ofrecer soluciones certeras. Ya me gustaría que los niños no ingresaran nunca. Y ya me gustaría que todas las operaciones fueran una "tontería".
No tenemos todas las armas terapéuticas al alcance de nuestras manos. Pero evidentemente ha habido un avance tremendo en los últimos 50 años de medicina. Por ejemplo, hablábamos esta tarde un compañero y yo, sobre la cirugía que se practica ahora y la que se hacía hace medio siglo en Murcia. No hay color.
Pero, muy a nuestro pesar, y a pesar de los avances, sigue habiendo problemas para los que no tenemos soluciones. Soluciones inmediatas.
Y entonces, cuando llegan esos científicos, genios de la medicina y la investigación, con sus células madre de cordón umbilical, sus posibilidades terapéuticas, sus soluciones a los problemas, aparecen los Doctores de la Iglesia, para llamar a estos niños "bebés medicamentos".
Para eso sólo hay una contestación: "Nadie tiene Amor más grande, que el que da la vida por sus amigos" (del Evangelio de Juan, 15, 13).
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domingo, 26 de octubre de 2008
Abrir los ojos
Hay una costumbre fabulosa en Murcia. Se trata de "abrir los ojos". Así se denomina al festejo gastronómico (previo al bautizo e inmediato al nacimiento), que se realiza con motivo de la venida de un nuevo ser a este mundo.
Ayer tuve la oportunidad de "abrirle los ojos" a mi querido Javi. Comimos carne a la brasa y bebimos buen vino. Los padres, felices y encantados de la vida.
Contrasta con esto el cerrar los ojos de gente que "irracionalmente" se va antes de tiempo. No me quiero poner trágico, que para eso ya está la vida misma. Pero es desconcertante saber que todos estamos a tiro de piedra de esa guadaña que se pasea a nuestro alrededor y de la que diariamente nos libramos.
"Estamos vivos de milagro", dice un amigo mío y compañero cirujano.
Ayer también, precisamente, por la noche, fuimos a ver la nueva película recién estrenada, CAMINO. En el film, la protagonista, una niña de 11 años, cierra los ojos antes de tiempo. El tema, aunque desgarrador y muy lacrimógeno, está tratado con un cierto optimismo y la visión enfrentada de la despedida de este mundo, a través de los ojos de la niña en contra de su familia, miembros del Opus Dei.
Yo no creo que nadie a esa edad se quiera morir. Es antinatura. Nadie se debería morir siendo niño o joven. La semana pasada cerraba los ojos un amigo de Cádiz con 34 años. Nada de eso es justo. No pienso que nadie se quiera reunir con Jesucristo antes de tiempo. Cada uno tenemos nuestra Cruz a cuestas, pero la vida es un regalo que se nos da. Mejor favor le hacemos al mundo, dando la vida por los demás, empleándola en cualquier asunto útil a nuestros semejantes.
Y no me gustaría irme de este mundo, con resignación y entregándome a la llamada "voluntad de Dios", porque pienso que esa voluntad es precisamente ser feliz y hacer felices a todos los que pueda. Admiro a la gente que se va luchando y peleando hasta el final.
También es verdad que nadie nos prepara para ese último momento. Nos preparan para el cole, el instituto y la facultad. Nos dan clases de buenos modales, de educación sexual y de primeros auxilios. Pero nadie nos habla de esa etapa, irremediable, que es cerrar los ojos. Poca gente se va, realmente preparada.
Ojalá haya otra vida, ojalá pueda reencontrarme con seres queridos y podamos disfrutar juntos de la eternidad. Y por supuesto, ojalá pueda ver los partidos del Cádiz, que desde arriba tiene que haber una vista fenomenal. Feliz domingo.
Ayer tuve la oportunidad de "abrirle los ojos" a mi querido Javi. Comimos carne a la brasa y bebimos buen vino. Los padres, felices y encantados de la vida.
Contrasta con esto el cerrar los ojos de gente que "irracionalmente" se va antes de tiempo. No me quiero poner trágico, que para eso ya está la vida misma. Pero es desconcertante saber que todos estamos a tiro de piedra de esa guadaña que se pasea a nuestro alrededor y de la que diariamente nos libramos.
"Estamos vivos de milagro", dice un amigo mío y compañero cirujano.
Ayer también, precisamente, por la noche, fuimos a ver la nueva película recién estrenada, CAMINO. En el film, la protagonista, una niña de 11 años, cierra los ojos antes de tiempo. El tema, aunque desgarrador y muy lacrimógeno, está tratado con un cierto optimismo y la visión enfrentada de la despedida de este mundo, a través de los ojos de la niña en contra de su familia, miembros del Opus Dei.
Yo no creo que nadie a esa edad se quiera morir. Es antinatura. Nadie se debería morir siendo niño o joven. La semana pasada cerraba los ojos un amigo de Cádiz con 34 años. Nada de eso es justo. No pienso que nadie se quiera reunir con Jesucristo antes de tiempo. Cada uno tenemos nuestra Cruz a cuestas, pero la vida es un regalo que se nos da. Mejor favor le hacemos al mundo, dando la vida por los demás, empleándola en cualquier asunto útil a nuestros semejantes.
Y no me gustaría irme de este mundo, con resignación y entregándome a la llamada "voluntad de Dios", porque pienso que esa voluntad es precisamente ser feliz y hacer felices a todos los que pueda. Admiro a la gente que se va luchando y peleando hasta el final.
También es verdad que nadie nos prepara para ese último momento. Nos preparan para el cole, el instituto y la facultad. Nos dan clases de buenos modales, de educación sexual y de primeros auxilios. Pero nadie nos habla de esa etapa, irremediable, que es cerrar los ojos. Poca gente se va, realmente preparada.
Ojalá haya otra vida, ojalá pueda reencontrarme con seres queridos y podamos disfrutar juntos de la eternidad. Y por supuesto, ojalá pueda ver los partidos del Cádiz, que desde arriba tiene que haber una vista fenomenal. Feliz domingo.
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sábado, 25 de octubre de 2008
Versos y abrazos
Nunca había salido yo en un prólogo, ni me imaginaba que lo haría. Precisamente ayer citaba a Ful, que aparte de ser amigo mío y gran chirigotero, tiene a bien colaborar con mi romancero puesto que es de esas personas que tiene arte para dar y regalar.
Prueba de ello es que va por su segundo libro editado. El primero, FUL EL BLOGCAZAS-DIARIO DE UN PESIMISTA CON BUEN HUMOR, un pelotazo. Con grandes críticas en el Washington Post: "¿Ful el Blogcazas? No. No sé de qué me habla".
Diplomado en Papiroflexia por la Universidad de Nueva Espinardo (Virginia, USA), acaba de sacar a la venta el libro "VERSOS Y ABRAZOS", una oda a la Chirigota de Molina, en forma de romancero de carnaval. Además de que tiene un olfato especial para la rima, el libro (aún no lo he leído) tiene buena pinta, prueba de ello, la introducción que aquí les presento. Por cierto, si queréis comprar el libro, aquí lo podéis encontrar: http://www.lulu.com/content/2588400
Muchas gracias, Ful
Queridísimo lector,
queridísima lectora,
bienvenidos a este opúsculo
mísero y corto en hojas.
Un libro seco y enjuto,
delgado como una hostia,
antitético a este autor
-oronda y sebosa morsa-.
Aquí no hallarán virtudes,
ni cultura de altas cotas,
no es un libro de recetas
ni una guía de buenas obras.
Nada hay de lo que buscan,
(que son en suma dos cosas:
-ofertas del Carrefour
y fulanas en pelotas).
Este texto, sin embargo,
glosará a mi chirigota,
una panda de burlescos,
trovadores y rapsodas,
poetas de lo ordinario,
con quién pasé tantas horas,
con litros y tentempiés,
entre letras, guasa y coplas.
Bajo forma de Romance
les hago llegar la obra,
pa´ que no vayan ligeros
igual que si fuera prosa,
para que paren un poco,
y disfruten de las cosas,
que mirar sin percibir
es propio de gente idiota.
De aquellos Romances Viejos
cantando gestas heroicas,
llegaron hasta nosotros
envueltos en varias formas.
Es en Cádiz Romancero,
que en carnavales asoma,
y en Murcia Bando Panocho
que es Romance a nuestra bola.
Este estreno de juglar
lo dedico a dos personas
a Óscar que vive en Cádiz
por meterlo en mis neuronas
y a otra que ya no está
por parirme en esta zona
y enseñarme de pequeño
panzá ´ lecturas panochas.
Prueba de ello es que va por su segundo libro editado. El primero, FUL EL BLOGCAZAS-DIARIO DE UN PESIMISTA CON BUEN HUMOR, un pelotazo. Con grandes críticas en el Washington Post: "¿Ful el Blogcazas? No. No sé de qué me habla".
Diplomado en Papiroflexia por la Universidad de Nueva Espinardo (Virginia, USA), acaba de sacar a la venta el libro "VERSOS Y ABRAZOS", una oda a la Chirigota de Molina, en forma de romancero de carnaval. Además de que tiene un olfato especial para la rima, el libro (aún no lo he leído) tiene buena pinta, prueba de ello, la introducción que aquí les presento. Por cierto, si queréis comprar el libro, aquí lo podéis encontrar: http://www.lulu.com/content/2588400
Muchas gracias, Ful
Queridísimo lector,
queridísima lectora,
bienvenidos a este opúsculo
mísero y corto en hojas.
Un libro seco y enjuto,
delgado como una hostia,
antitético a este autor
-oronda y sebosa morsa-.
Aquí no hallarán virtudes,
ni cultura de altas cotas,
no es un libro de recetas
ni una guía de buenas obras.
Nada hay de lo que buscan,
(que son en suma dos cosas:
-ofertas del Carrefour
y fulanas en pelotas).
Este texto, sin embargo,
glosará a mi chirigota,
una panda de burlescos,
trovadores y rapsodas,
poetas de lo ordinario,
con quién pasé tantas horas,
con litros y tentempiés,
entre letras, guasa y coplas.
Bajo forma de Romance
les hago llegar la obra,
pa´ que no vayan ligeros
igual que si fuera prosa,
para que paren un poco,
y disfruten de las cosas,
que mirar sin percibir
es propio de gente idiota.
De aquellos Romances Viejos
cantando gestas heroicas,
llegaron hasta nosotros
envueltos en varias formas.
Es en Cádiz Romancero,
que en carnavales asoma,
y en Murcia Bando Panocho
que es Romance a nuestra bola.
Este estreno de juglar
lo dedico a dos personas
a Óscar que vive en Cádiz
por meterlo en mis neuronas
y a otra que ya no está
por parirme en esta zona
y enseñarme de pequeño
panzá ´ lecturas panochas.
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viernes, 24 de octubre de 2008
Habemus Romancero
Mis queridos amigos y amigas,
He de comunicaros que, reunidos previamente mi amigo Sergio Carmona y yo, en Cádiz, siendo mes de octubre de 2008, hemos decidido ya el tipo de nuestro romancero para el carnaval 2009.
En breve, comenzaré a escribir pamplinitas variadas, cuando el tiempo me lo permita y espero que sea del agrado de todos los que lo escuchen.
Como siempre, mi buen amigo Ful, me ha aportado ideas varias y grandes pelotazos provenidos de su mente privilegiada.
El tipo, mismamente, será algo así como:
ROMANCERO GADITANO "Yo era un chico como tú, hasta que aprendí Kung-Fú"
Contaremos la verdadera historia del pequeño saltamontes y su maestro. En fin, a todo el que se le ocurra una ideíta, que se pase por este post y la suelte.
jueves, 23 de octubre de 2008
El cerdo
Hoy me he enterado que el secreto ibérico lo están sacando del equivalente al músculo plastisma del cuello, en el cerdo.
Es una belleza de animal. Un animal lindo. Hermoso. No sólo por el jamoncito que nos proporciona, que evidentemente sí. Lo es también por ese secreto ibérico, ese solomillo, esas costillas, esa jeta, ese codillo. En fin. Todo lo que viene siendo la carne de cerdo.
"Del cerdo me gustan hasta los andares", reza el dicho popular.
Pero hay algo más.
Algo que mucha gente no conoce. Y es que el cerdo es uno de los mejores amigos del hombre. Y no lo sabíamos.
Gracias a los cerdos, los cirujanos aprendemos, depuramos y perfeccionamos técnicas quirúrgicas que después se aplican a los adultos y niños. Gracias a los cerdos, conocemos mejor el funcionamiento de determinados órganos. En concreto, en Murcia, se llevan haciendo experimentos con cerdos transgénicos desde hace muchos años, para poder realizar los trasplantes de hígado que actualmente curan a cientos de personas.
Tratados experimentalmente con todo el respeto y la dignidad que merecen, estos animales nos hacen felices en lo gastronómico y en lo científico.
Y lo digo, porque en breve, los cirujanos infantiles de la Región de Murcia, tendremos la oportunidad de mejorar y avanzar quirúrgicamente, gracias a estos animalitos. Espero y deseo de todo corazón, que la experiencia salga bien y sean muchos niños los que se beneficien de estas sesiones quirúrgicas.
martes, 21 de octubre de 2008
Miramos al cielo
Tumbados sobre el cesped, sudando y riendo, miramos al cielo.
Miramos al cielo todos a una. Veintidós corazones latiendo al ritmo de fútbol, estiran y comentan el partido que acaban de jugar.
Una hora antes, estamos dejando en el vestuario el paciente hipertenso de la cuarta izquierda, el niño de la UCI, el tratamiento de la octagenaria diabética y la fractura de fémur de Urgencias. En el vestuario se mezcla todo eso con saludos, abrazos, bromas y una misma pasión. El fútbol.
Esta hora supone un oasis emocional en medio de la semana: martes y jueves, que son los días en que nos reunimos. Os hablo del equipo de fútbol de la Arrixaca, mi hospital. Un equipo que, con sus virtudes y defectos, tiene una constancia impresionante. No hay día que no juguemos. Llueva, haga frío, caigan rayos, se pueda freir un huevo en la portería...Da igual. Es admirable el amor por el balón que corre a lo largo y ancho de este equipo. Los que somos más mediocres y no hemos tenido la suerte de tener el balón enganchado al pie, como si de velcro se tratase, aprendemos día a día en este aula, mirando al cesped, para acabar mirando el cielo azul de Murcia.
Y, muchas veces, muchísimas, te ríes (interiormente) con los comentarios que parecen salidos de una Cátedra de fútbol de todos mis compañeros. Sal del fuera de juego. Ese es tuyo. Salta a por el balón. Venga, arriba.
Llevo 2 años yendo a jugar los Juegos Olímpicos de la Medicina y de la Salud. El año pasado en Marruecos (Agadir) y este año en Alemania (Garmisch-Partenkirchen). Y ha sido una experiencia tremenda. Convivir con todos ellos, todo el día, hacer excursiones y jugar el torneo de fútbol 11 y fútbol 7, supone sentirse un afortunado.
Y soy un afortunado por tener estos compañeros de equipo. Que lo mismo te curan un resfriado que te hacen un caño, con el mismo arte.
viernes, 17 de octubre de 2008
Fantasmas
Resulta tremendamente inquietante que Iker Jiménez, el presentador del programa para-anormales Cuarto Milenio, se haya fijado en Cádiz. Bueno, voy a quitar lo del para-anormales, porque yo, aunque no lo quiera reconocer, también veo Cuarto Milenio. Y me cago de miedo. Sobre todo los días que estoy sólo en casa y pongo la tele. Como escuche una psicofonía o vea una foto rara, ya tengo la noche. Así que, se podría decir que veo el programa a cachitos. Cuando me da la jindama, cambio de canal.
Pues hete aquí lo inquietante. Resulta que en la Casa del Obispo hay fenómenos raros. Pero en serio. Dice el gerente del yacimiento (ayer, LA VOZ DE CÁDIZ, http://www.lavozdigital.es/cadiz/20081017/sociedad/inquilinos-otro-mundo-casa-20081017.html), que se encienden y apagan luces, que si el detector de movimiento se activa sólo, que si se ve una figura con una capa negra...
La Casa del Obispo es un edificio que hay junto a la Catedral y que fue la casa episcopal gaditana. Como ya sabéis que Cádiz es pequeñito, en este curioso espacio se han ido amontonando las piedras de los fenicios, los cacharros de los romanos, y los establos de la edad media gaditana. Todo junto en un mismo edificio, unos sobre otros. En fin, que como dice el redactor de LA VOZ, lo que menos sorprende es que hubiera fantasmas ahí. Con la cantidad de culturas que han pasado por tan poco espacio.
No dejad de perderos esta joya de la arqueología gaditana si venís a Cádiz.
Por cierto, creo que Iker Jiménez y su equipo van a estar un par de semanitas más rodando en Cádiz porque, al parecer, hay presencias raras que aparecen y desaparecen en el Ayuntamiento y en la Diputación de Cádiz. Ya se sabe. Estamos plagados de fantasmas.
Pero buenos, buenos de verdad, LOS FANTASMAS, la chirigota del Gómez en el carnaval 2001. Ahí lo llevas, Iker.
Pues hete aquí lo inquietante. Resulta que en la Casa del Obispo hay fenómenos raros. Pero en serio. Dice el gerente del yacimiento (ayer, LA VOZ DE CÁDIZ, http://www.lavozdigital.es/cadiz/20081017/sociedad/inquilinos-otro-mundo-casa-20081017.html), que se encienden y apagan luces, que si el detector de movimiento se activa sólo, que si se ve una figura con una capa negra...
La Casa del Obispo es un edificio que hay junto a la Catedral y que fue la casa episcopal gaditana. Como ya sabéis que Cádiz es pequeñito, en este curioso espacio se han ido amontonando las piedras de los fenicios, los cacharros de los romanos, y los establos de la edad media gaditana. Todo junto en un mismo edificio, unos sobre otros. En fin, que como dice el redactor de LA VOZ, lo que menos sorprende es que hubiera fantasmas ahí. Con la cantidad de culturas que han pasado por tan poco espacio.
No dejad de perderos esta joya de la arqueología gaditana si venís a Cádiz.
Por cierto, creo que Iker Jiménez y su equipo van a estar un par de semanitas más rodando en Cádiz porque, al parecer, hay presencias raras que aparecen y desaparecen en el Ayuntamiento y en la Diputación de Cádiz. Ya se sabe. Estamos plagados de fantasmas.
Pero buenos, buenos de verdad, LOS FANTASMAS, la chirigota del Gómez en el carnaval 2001. Ahí lo llevas, Iker.
El paseo por la playa
Hay muchos rituales compulsivos que realizo al llegar a Cádiz en estos días de vacaciones. Vivir lejos de esta ciudad tiene estos daños colaterales. Así que me planeo para, por lo menos una vez a la semana, acercarme por La Caleta a olisquear el mar y ver la puesta de sol, cenar una nochecita en el Mesón de las Américas y callejear por el Cádiz antiguo, visitando, cómo no, la librería de Raimundo, de donde he sacado libros, creo, en casi todas las visitas que le he hecho.
No puede faltar en estos actos conmemorativos vacacionales un buen paseo por la playa. Como me coge más cerca, casi siempre ésto lo hago en la playa de la Victoria. Y el recorrido me da igual. Cuando voy con Mari, siempre tiende a ir en dirección Cortadura (claro, ella vive más cerca de allí y así la puedo acompañar a casa). Cuando voy sólo, voy en dirección Santa María, porque me relaja muchísimo ir viendo la silueta de la ciudad, a lo lejos.
Una silueta que ha variado mucho, últimamente más bien poco, en el paso de tres mil años, pero con el mismo telón azul, rosa, naranja, rojo y los mil colores de su cielo. Un tesoro para los ojos de cualquiera.
Si todo este paseíto lo aliñas con buena música en un mp3, entonces ya ni te cuento. Eres capaz de buscar en el mar "Cien gaviotas", o de ver en la arena "un burro amarrado a la puerta del baile", incluso canturrear por lo bajini, sin que se enteren demasiado las marujas que con su chandal y sus tenis caminan por la orilla a velocidad de vértigo, bajando triglicéridos y demás.
Ayer tarde di uno de esos paseos. Anoche cené en el Mesón de las Américas. Y ya he callejeado por el casco antiguo. También me compré un libro en Raimundo el otro día. Y todo esto no se hace igual si no es con mi compañera de la vida y de batallas. Gracias Mari.
No puede faltar en estos actos conmemorativos vacacionales un buen paseo por la playa. Como me coge más cerca, casi siempre ésto lo hago en la playa de la Victoria. Y el recorrido me da igual. Cuando voy con Mari, siempre tiende a ir en dirección Cortadura (claro, ella vive más cerca de allí y así la puedo acompañar a casa). Cuando voy sólo, voy en dirección Santa María, porque me relaja muchísimo ir viendo la silueta de la ciudad, a lo lejos.
Una silueta que ha variado mucho, últimamente más bien poco, en el paso de tres mil años, pero con el mismo telón azul, rosa, naranja, rojo y los mil colores de su cielo. Un tesoro para los ojos de cualquiera.
Si todo este paseíto lo aliñas con buena música en un mp3, entonces ya ni te cuento. Eres capaz de buscar en el mar "Cien gaviotas", o de ver en la arena "un burro amarrado a la puerta del baile", incluso canturrear por lo bajini, sin que se enteren demasiado las marujas que con su chandal y sus tenis caminan por la orilla a velocidad de vértigo, bajando triglicéridos y demás.
Ayer tarde di uno de esos paseos. Anoche cené en el Mesón de las Américas. Y ya he callejeado por el casco antiguo. También me compré un libro en Raimundo el otro día. Y todo esto no se hace igual si no es con mi compañera de la vida y de batallas. Gracias Mari.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Supersticiones
Serían las 11 de la mañana aproximadamente, cuando el soldado Adrián subió con una manzana y una taza de té a darle el relevo a su compañero. Desde la Torre se vislumbraba toda la desembocadura del río Sancti Petri, con una ligerísima bruma a ras del mar. Era un día de Todos los Santos y la gente estaría probablemente yendo a los cementerios de Cádiz y El Puerto, a poner flores frescas en los jarrones y a limpiar los panteones con agua y jabón.
Era 1 de noviembre de 1755.
Adrián hizo lo que siempre hacía los días que estaba de guardia. Dejó el rifle apoyado en la esquina de la garita y sacó su navajilla (se la había regalado un primo de Murcia) para pelar la manzana. La taza de té, aun humeaba considerablemente, cuando empezó a agitarse en la mesa en la que estaba. Adrián sólo pudo levantar los ojos de las cáscaras de manzana, cuando sus pupilas se dilataron al máximo. No podía dar crédito a lo que veía en el horizonte. Todo el mar que rodeaba la pequeña isla de Sancti Petri donde se encontraba él, se había retirado como si Dios hubiera quitado el tapón del desagüe en algún punto del fondo. Se levantó horrorizado y para entonces ya habían subido sus dos compañeros a la torre para encontrarse con él.
- ¿Qué está pasando? ¿Qué cojones está pasando? - le reiteró Carlos, el soldado más joven de la Brigada.
- No tengo ni idea, Carlitos. Pero debemos quedarnos aquí, ahora no es buen momento para salir fuera.
Dicho esto, se dio cuenta de la gran tontería que acababa de soltar. No sabía cómo se iban a ir, si andando por las rocas o en la barca, remando sobre el polvo, puesto que estaba apoyada sobre la quilla en la roca. Minutos antes, estaba balanceándose en la pleamar.
- ¡Mirad allí! - gritó Adrián, señalando con el dedo en una dirección donde se apreciaba, junto a las rocas y escolleras, unos grandes sillares de piedra, a unos 70 metros de donde estaban. Aquellos sillares podrían formar, como en un dolmen prehistórico, las paredes y el techo de un edificio, que por el tamaño de las piedras, debía ser inmenso. Al retirarse las aguas, aparte de llevarse todo animal viviente, cangrejos, peces y demás, se llevó también algo de arena del fondo. Gracias a eso, los 3 soldados observaron con los ojos entornados cómo había pequeñas piezas que brillaban en la arena.
- Es oro, seguro. Estoy convencido. Ese es el templo de Hércules. ¿No habéis leído la historia? Se dice que se sitúa sobre la isla donde estamos. Y es ése. Seguro. Dicen que estaba lleno de oro y piedras preciosas cuando lo abandonaron - soltó Carlos de un tirón.
- Sí y la Virgen del Rosario ha retirado las aguas para que nosotros tres seamos ricos. ¿No te jode? - se burló Adrián.
- Vosotros decid lo que queráis pero yo me bajo ahora mismo de la batería y voy a por el
oro. Ya veremos quién es rico cuando acabe el día.
Dicho y hecho. Carlitos, el joven Carlos, de diecisiete años de edad, se bajó a ras de la arena, que había sido mar unos minutos antes. El sol apretaba con fuerza, a pesar de estar en noviembre. Una vez saltó por un par de grandes rocas, y se encontraba a ras del "fondo" del mar, les gritó un "eh" agitando los brazos nervioso. Acto seguido se dio la vuelta y corrió hacia el templo de Hércules que le esperaba desde hacía tres mil años.
Carlos se acercó pisando lentamente. Sus pies se hundían en una arena esponjosa y blanda. Casi fangosa. Cuando estaba a diez pasos del templo, una risita brotó en su cara. Oro. Se agachó y cogió lo que parecía una pequeña estatuilla de un tipo con un gorro en forma de cono. No se lo podía creer. Se le había olvidado el raro hecho de que las aguas se retiraran como en un par de kilómetros mar adentro. Se giró e increpó a sus compañeros: - ¡Oro! ¡No me creíais, eh! ¡Oro! - Se volvió a girar y estuvo un par de minutos agachado desenterrando todo un ajuar fenicio de la arena. Collares, monedas, candelabros, trozos de ánforas aquí y allá.
Tan ocupado estaba que no escuchó los gritos de sus compañeros pidiéndole que volviera. Que una bruma negra se veía en el horizonte. Adrián no paró de gritar una y mil veces. Pero Carlos no escuchaba. Sus ojos sólo respondían al oro, a la plata y al bronce.
Sólo después de varios minutos gritando, levantó la cabeza y le pareció leer en los labios de Adrián un "¡corre!". Al volverse, no tuvo tiempo ni de gritar. Una ola gigante, nacida de la nada, le golpeó en la cabeza. Y todo se volvió negro.
Me he permitido escribiros un pequeño relato hoy, para hablaros de varias cosas. Lo primero, es que los andaluces somos unos supersticiosos de la leche. Nada de hablar de serpientes. Nada de echar el agua con la mano izquierda y al revés. Nada de abrir paraguas en casa. Nada de poner dinero en la mesa, ni el pan boca abajo. En fin, toda una refriega de compulsiones que resultan incluso simpáticas.
Todo esto se multiplica por mil, si a las compulsiones le añadimos el fenómeno de la religiosidad andaluza. Yo, que soy creyente, y por supuesto devoto de María Auxiliadora (la Virgen de Don Bosco), no dejo de creer en los miles de milagros de la Madre de Jesús. Pero, como decía ayer, "esto es Cádiz".
Resulta que el relato que os acabo de hacer, no es más que un reflejo imaginario del maremoto que azotó a Cádiz en 1755. Los maremotos siempre vienen precedidos de un fenómeno sísmico, que en este caso, se desarrolló en Lisboa unas horas antes. Aquel accidente de la Naturaleza, inundó Cádiz. Murió mucha gente y cuentan que en la calle de la Palma (barrio de La Viña), las aguas llegaron hasta un nivel superior a un metro. Pues bien, el cura junto con los vecinos, sacaron a la Virgen en procesión y al llegar a una determinada altura en esa calle, las aguas se pararon y no subieron más. En dicho lugar, años después pusieron un cuadro, con la Virgen de La Palma y una placa conmemorativa.
Mis queridos lectores. El pasado viernes, dicho cuadro fue retirado de la calle, porque están rehabilitando la finca en la que está colgado. Un día más tarde, el sábado 11 de octubre, se produjo el mayor diluvio en Cádiz en los últimos 40 años, inundando garajes, arrancando árboles y creando socavones en la playa de varios metros de profundidad. Ya está todo servido en bandeja.
Me encanta Cádiz. Y sus supersticiones.
Era 1 de noviembre de 1755.
Adrián hizo lo que siempre hacía los días que estaba de guardia. Dejó el rifle apoyado en la esquina de la garita y sacó su navajilla (se la había regalado un primo de Murcia) para pelar la manzana. La taza de té, aun humeaba considerablemente, cuando empezó a agitarse en la mesa en la que estaba. Adrián sólo pudo levantar los ojos de las cáscaras de manzana, cuando sus pupilas se dilataron al máximo. No podía dar crédito a lo que veía en el horizonte. Todo el mar que rodeaba la pequeña isla de Sancti Petri donde se encontraba él, se había retirado como si Dios hubiera quitado el tapón del desagüe en algún punto del fondo. Se levantó horrorizado y para entonces ya habían subido sus dos compañeros a la torre para encontrarse con él.
- ¿Qué está pasando? ¿Qué cojones está pasando? - le reiteró Carlos, el soldado más joven de la Brigada.
- No tengo ni idea, Carlitos. Pero debemos quedarnos aquí, ahora no es buen momento para salir fuera.
Dicho esto, se dio cuenta de la gran tontería que acababa de soltar. No sabía cómo se iban a ir, si andando por las rocas o en la barca, remando sobre el polvo, puesto que estaba apoyada sobre la quilla en la roca. Minutos antes, estaba balanceándose en la pleamar.
- ¡Mirad allí! - gritó Adrián, señalando con el dedo en una dirección donde se apreciaba, junto a las rocas y escolleras, unos grandes sillares de piedra, a unos 70 metros de donde estaban. Aquellos sillares podrían formar, como en un dolmen prehistórico, las paredes y el techo de un edificio, que por el tamaño de las piedras, debía ser inmenso. Al retirarse las aguas, aparte de llevarse todo animal viviente, cangrejos, peces y demás, se llevó también algo de arena del fondo. Gracias a eso, los 3 soldados observaron con los ojos entornados cómo había pequeñas piezas que brillaban en la arena.
- Es oro, seguro. Estoy convencido. Ese es el templo de Hércules. ¿No habéis leído la historia? Se dice que se sitúa sobre la isla donde estamos. Y es ése. Seguro. Dicen que estaba lleno de oro y piedras preciosas cuando lo abandonaron - soltó Carlos de un tirón.
- Sí y la Virgen del Rosario ha retirado las aguas para que nosotros tres seamos ricos. ¿No te jode? - se burló Adrián.
- Vosotros decid lo que queráis pero yo me bajo ahora mismo de la batería y voy a por el
oro. Ya veremos quién es rico cuando acabe el día.
Dicho y hecho. Carlitos, el joven Carlos, de diecisiete años de edad, se bajó a ras de la arena, que había sido mar unos minutos antes. El sol apretaba con fuerza, a pesar de estar en noviembre. Una vez saltó por un par de grandes rocas, y se encontraba a ras del "fondo" del mar, les gritó un "eh" agitando los brazos nervioso. Acto seguido se dio la vuelta y corrió hacia el templo de Hércules que le esperaba desde hacía tres mil años.
Carlos se acercó pisando lentamente. Sus pies se hundían en una arena esponjosa y blanda. Casi fangosa. Cuando estaba a diez pasos del templo, una risita brotó en su cara. Oro. Se agachó y cogió lo que parecía una pequeña estatuilla de un tipo con un gorro en forma de cono. No se lo podía creer. Se le había olvidado el raro hecho de que las aguas se retiraran como en un par de kilómetros mar adentro. Se giró e increpó a sus compañeros: - ¡Oro! ¡No me creíais, eh! ¡Oro! - Se volvió a girar y estuvo un par de minutos agachado desenterrando todo un ajuar fenicio de la arena. Collares, monedas, candelabros, trozos de ánforas aquí y allá.
Tan ocupado estaba que no escuchó los gritos de sus compañeros pidiéndole que volviera. Que una bruma negra se veía en el horizonte. Adrián no paró de gritar una y mil veces. Pero Carlos no escuchaba. Sus ojos sólo respondían al oro, a la plata y al bronce.
Sólo después de varios minutos gritando, levantó la cabeza y le pareció leer en los labios de Adrián un "¡corre!". Al volverse, no tuvo tiempo ni de gritar. Una ola gigante, nacida de la nada, le golpeó en la cabeza. Y todo se volvió negro.
Me he permitido escribiros un pequeño relato hoy, para hablaros de varias cosas. Lo primero, es que los andaluces somos unos supersticiosos de la leche. Nada de hablar de serpientes. Nada de echar el agua con la mano izquierda y al revés. Nada de abrir paraguas en casa. Nada de poner dinero en la mesa, ni el pan boca abajo. En fin, toda una refriega de compulsiones que resultan incluso simpáticas.
Todo esto se multiplica por mil, si a las compulsiones le añadimos el fenómeno de la religiosidad andaluza. Yo, que soy creyente, y por supuesto devoto de María Auxiliadora (la Virgen de Don Bosco), no dejo de creer en los miles de milagros de la Madre de Jesús. Pero, como decía ayer, "esto es Cádiz".
Resulta que el relato que os acabo de hacer, no es más que un reflejo imaginario del maremoto que azotó a Cádiz en 1755. Los maremotos siempre vienen precedidos de un fenómeno sísmico, que en este caso, se desarrolló en Lisboa unas horas antes. Aquel accidente de la Naturaleza, inundó Cádiz. Murió mucha gente y cuentan que en la calle de la Palma (barrio de La Viña), las aguas llegaron hasta un nivel superior a un metro. Pues bien, el cura junto con los vecinos, sacaron a la Virgen en procesión y al llegar a una determinada altura en esa calle, las aguas se pararon y no subieron más. En dicho lugar, años después pusieron un cuadro, con la Virgen de La Palma y una placa conmemorativa.
En la foto de arriba, la Calle de La Palma con el famoso cuadro.
En la foto de abajo, la leyenda que reza justo debajo del cuadro (la raya en medio de la placa indica el nivel que alcanzó el agua)
Mis queridos lectores. El pasado viernes, dicho cuadro fue retirado de la calle, porque están rehabilitando la finca en la que está colgado. Un día más tarde, el sábado 11 de octubre, se produjo el mayor diluvio en Cádiz en los últimos 40 años, inundando garajes, arrancando árboles y creando socavones en la playa de varios metros de profundidad. Ya está todo servido en bandeja.
Me encanta Cádiz. Y sus supersticiones.
martes, 14 de octubre de 2008
El Coliseo
Estoy seguro de que en la mismísima Roma de Julio César no hubo un Coliseo con tanta gracia y tanto arte. Aunque en este Coliseo haya algunos que son para echarlos a los leones.
Me estoy refiriendo al estadio Ramón de Carranza. El Coliseo amarillo. Ayer, después de bastante tiempo, fuimos al partido Cádiz - Ceuta. Ganamos por 5 - 2.
Ir al Carranza no es como ir a cualquier otro estadio. Por supuesto que no. Y me van a perdonar este cierto chovinismo, en pos de la realidad de que "Cádiz es otra cosa". He ido a otros estadios y se viven cosas diferentes. Evidentemente. Antes del partido muchos son los que se agarran al porro y al cubata y a eso le llaman ser diferentes. No me refiero yo a eso, que también se ve en Cádiz.
Yo me refiero a lo verdaderamente peculiar de este estadio. Miren, aquí no es verdad eso de que "el resultado nos da igual". Sólo aparentemente. Si pierde el Cádiz, te cabreas. Pero a los 5 minutos de acabar el partido, sales del estadio diciendo "po en verdá, vaya tela haber perdío, pero ¿y el ratito que hemos echao?". Esa es la filosofía.
Puedo asegurar que me he reído en el Carranza como en ningún sitio con los personajes de Cádiz que desfilan por sus gradas. Sí, Carranza es como una Madrid Fashion Week, pero a lo bestia. Todo lo mejor (y, a veces, lo peor) de Cádiz, pasa por ahí.
En el Carranza he escuchado los mejores chistes que se han contado. Las mejores ocurrencias en cuanto a árbitros (todavía está por ahí aquella pancarta maravillosa en que ponía ARBITRO GUAPETÓN). Los mejores piropos a jugadores del Cádiz. Los insultos con más guasa. Mari y yo nos hemos abrazado como locos, con cada gol del Cádiz. Hemos gritado "uuuuuuy" con cada ocasión fallada y hemos cantado "oéeee oh cádi eehhhh", con los otros 20.000 espectadores.
En fin, Carranza es un submundo alrededor del fútbol. Pero, como en las buenas atracciones de feria, si usted padece algo del corazón o de los nervios, ni se le ocurra aparecer por ahí. Se lo pido por favor.
El video tiene ya algunos años, pero no ha perdido la esencia. No se lo pierdan:
Me estoy refiriendo al estadio Ramón de Carranza. El Coliseo amarillo. Ayer, después de bastante tiempo, fuimos al partido Cádiz - Ceuta. Ganamos por 5 - 2.
Ir al Carranza no es como ir a cualquier otro estadio. Por supuesto que no. Y me van a perdonar este cierto chovinismo, en pos de la realidad de que "Cádiz es otra cosa". He ido a otros estadios y se viven cosas diferentes. Evidentemente. Antes del partido muchos son los que se agarran al porro y al cubata y a eso le llaman ser diferentes. No me refiero yo a eso, que también se ve en Cádiz.
Yo me refiero a lo verdaderamente peculiar de este estadio. Miren, aquí no es verdad eso de que "el resultado nos da igual". Sólo aparentemente. Si pierde el Cádiz, te cabreas. Pero a los 5 minutos de acabar el partido, sales del estadio diciendo "po en verdá, vaya tela haber perdío, pero ¿y el ratito que hemos echao?". Esa es la filosofía.
Puedo asegurar que me he reído en el Carranza como en ningún sitio con los personajes de Cádiz que desfilan por sus gradas. Sí, Carranza es como una Madrid Fashion Week, pero a lo bestia. Todo lo mejor (y, a veces, lo peor) de Cádiz, pasa por ahí.
En el Carranza he escuchado los mejores chistes que se han contado. Las mejores ocurrencias en cuanto a árbitros (todavía está por ahí aquella pancarta maravillosa en que ponía ARBITRO GUAPETÓN). Los mejores piropos a jugadores del Cádiz. Los insultos con más guasa. Mari y yo nos hemos abrazado como locos, con cada gol del Cádiz. Hemos gritado "uuuuuuy" con cada ocasión fallada y hemos cantado "oéeee oh cádi eehhhh", con los otros 20.000 espectadores.
En fin, Carranza es un submundo alrededor del fútbol. Pero, como en las buenas atracciones de feria, si usted padece algo del corazón o de los nervios, ni se le ocurra aparecer por ahí. Se lo pido por favor.
El video tiene ya algunos años, pero no ha perdido la esencia. No se lo pierdan:
lunes, 13 de octubre de 2008
Artesanía de Cádiz
De un tiempo a esta parte, pasear por Cádiz y no comprar artesanía resulta raro. Yo, que tengo amigas que se han dedicado y se dedican a la artesanía, conozco algo el tema. Pulseras de cuero, figuras de arcilla, bolsos pintados. Un sinfín de artilugios que, en verano, son mostrados en el Paseo Marítimo ante cientos de curiosos turistas y aborígenes gaditanos.
En invierno, puede ser que no se vean todos los fines de semana en el Paseo. Pero los puede usted encontrar en el Pópulo y en diversas tiendas extendidas por todo el casco antiguo.
Hay auténticas maravillas que salen de las manos de estos hombres y mujeres. También hay morralla, pero bueno, ahí hasta la morralla está bien hecha.
Pero también les puedo decir que hay tiendas y tiendas. Por ejemplo, el otro día (anteayer) voy a ver una tienda que tenía muchas ganas de visitar puesto que se dedican a hacer muchas cosas (no diré qué cosas, para no delatar). Pues bien, una de esas cosas era una réplica en cobre, perfecta, de otra cosa. Nada. Si se la quiere llevar, vale 275 €. Les puedo jurar que aquello no ocuparía más de lo que ocupan 2 paquetitos de tabaco juntos. 275 €.
Mari y yo nos salimos de aquella tienda resignados, puesto que todo era más o menos del mismo precio. ¿Quién se puede permitir eso? Yo no, desde luego.
Pero salvando este escollo, todo lo demás tiene un precio adecuado y puede uno tener un sarcófago fenicio, por ná y menos.
Da gusto comprobar que en los tiempo que corren, tiempos de máquinas y ordenadores, hay gente que se dedica a tallar la madera, a pulir el hierro y a moldear la arcilla. Mi más sincera admiración.
Si queréis ver más: http://www.artesaniadecadiz.es/
domingo, 12 de octubre de 2008
El coñazo del desfile
Dice mi hermano que la cabra de la Legión pensará lo mismo que Rajoy. Menudo coñazo de desfile. Vaya planazo.
A mí, la verdad es que el desfile de las Fuerzas Armadas me gusta. No me parece un rollo. Me parece bonito que se le enseñe al pueblo en qué se gastan esos miles de millones de euracos. Por lo menos, una vez al año, no viene mal. Me gusta ver el desfile, la verdad.
Los militares son gente bastante legal, los que conozco, claro. En este amplio mundo, generalizar es craso error, como con cualquier profesión. Los médicos siempre se equivocan. Los maestros viven de p. m. (bueno, ya quisiera yo esas vacaciones de 3 meses). Los fontaneros cobran una pasta. Y así, etcétera y etcétera.
Si generalizáramos con los militares, sería algo así como "Los militares son serios y chulos". Bueno, para gustos, los colores. A mí me parece una profesión muy seria y muy chula. Muy seria, porque en determinados conflictos internacionales aportan paz y seguridad. Muy chula, porque ya me gustaría a mí navegar en Elcano o darme un paseo con la Patrulla Águila por los aires, dando vueltas como una peonza. Eso sí que es chulo.
Ya va siendo hora de que aprendamos a rendir honores a quienes nos defienden y a quienes llevan el nombre de España por todo el mundo (sin llamarse Javier Bardem o Alejandro Sanz), para dar paz a los que no la tienen. Para dar alimentos a los que pasan hambre. Incluso, para coger a los malos y darles lo suyo (como en las películas).
Así que, Señor Rajoy y Señor Zapatero (no olvidemos que hace unos años Nuestro Querido Presidente se negaba a levantarse al paso de la bandera de EE.UU. - probablemente con la bandera de Venezuela o Bolivia, se le habría caído el culo al suelo), los que son un auténtico coñazo son ustedes dos. Ya me gustaría ser la cabra de la Legión para no tener ni que escucharles.
Postdata: Por cierto, que los militares, en sus misiones de paz, enseñan cosas tan gratificantes como éstas:
A mí, la verdad es que el desfile de las Fuerzas Armadas me gusta. No me parece un rollo. Me parece bonito que se le enseñe al pueblo en qué se gastan esos miles de millones de euracos. Por lo menos, una vez al año, no viene mal. Me gusta ver el desfile, la verdad.
Los militares son gente bastante legal, los que conozco, claro. En este amplio mundo, generalizar es craso error, como con cualquier profesión. Los médicos siempre se equivocan. Los maestros viven de p. m. (bueno, ya quisiera yo esas vacaciones de 3 meses). Los fontaneros cobran una pasta. Y así, etcétera y etcétera.
Si generalizáramos con los militares, sería algo así como "Los militares son serios y chulos". Bueno, para gustos, los colores. A mí me parece una profesión muy seria y muy chula. Muy seria, porque en determinados conflictos internacionales aportan paz y seguridad. Muy chula, porque ya me gustaría a mí navegar en Elcano o darme un paseo con la Patrulla Águila por los aires, dando vueltas como una peonza. Eso sí que es chulo.
Ya va siendo hora de que aprendamos a rendir honores a quienes nos defienden y a quienes llevan el nombre de España por todo el mundo (sin llamarse Javier Bardem o Alejandro Sanz), para dar paz a los que no la tienen. Para dar alimentos a los que pasan hambre. Incluso, para coger a los malos y darles lo suyo (como en las películas).
Así que, Señor Rajoy y Señor Zapatero (no olvidemos que hace unos años Nuestro Querido Presidente se negaba a levantarse al paso de la bandera de EE.UU. - probablemente con la bandera de Venezuela o Bolivia, se le habría caído el culo al suelo), los que son un auténtico coñazo son ustedes dos. Ya me gustaría ser la cabra de la Legión para no tener ni que escucharles.
Postdata: Por cierto, que los militares, en sus misiones de paz, enseñan cosas tan gratificantes como éstas:
sábado, 11 de octubre de 2008
Llueve sobre mojado
Me he despertado con el grito de mi hermana en la oreja: "¿Tienes el coche en el garaje? ¡Se ha inundado!".
Efectivamente, todo el garaje del bloque, que es cuesta abajo y sin frenos, estaba rebosante de agua estancada. Algún valiente se ha atrevido, con agua hasta las rodillas, a sacar su coche del mismo.
Y es que ha caído un diluvio tremendo. Éste que les escribe no se ha enterado de nada. Mi madre esta mañana me preguntaba si escuché los rayos y demás. Miren ustedes, un viaje de 600 kilómetros, estando saliente de guardia, es suficiente para llegar y planchar la oreja con toda la tranquilidad del mundo.
Las previsiones meteorológicas no son nada agradables para el fin de semana en Cádiz. Ya se escucha a lo lejos la tormenta.
Ahora mismito voy a ponerme una rebequita.
viernes, 10 de octubre de 2008
La A-92
La A-92 y yo somos buenos amigos. Hasta ahora llevamos 4 años llevándonos muy bien. La A-92 es la autovía que une Sevilla con Murcia. De Sevilla a Cádiz, me lleva la autopista que aunque sea de peaje (por culpa de algún malaje), me da igual pagar esos 5,65 €. Esos eurillos significan vía libre hacia Cádiz.
A una velocidad prudente, se pueden tardar unas 6 horas en llegar. Con sus correspondientes paradas en el Restaurante Marinetto (Granada) y un poco antes de Sevilla.
El viaje hacia Cádiz siempre es liviano. No importa lo que tardes. Sabes lo que te está esperando al final. Sabemos que al final está el mar y nuestra gente.
La A-92 y yo somos buenos amigos. Porque la A-92 significa que me acerco a Cádiz, y a mi familia y a mis amigos. A mi ciudad.
jueves, 9 de octubre de 2008
La soledad del cirujano
Hay un hecho que ayer me llamó muchísimo la atención. Se llama Nena. El grupo, Nena Daconte. Pero ella se llamó May Meneses. Y no se comió una rosca en la primera edición del programa Operación Triunfo. Aquella en la que los Bisbales y las Rosas y las Chenoas hicieron perder la cabeza a más de uno y una (¿verdad Mari?).
Pues ayer mismo, escuché una canción de esta Nena Daconte que, al parecer, va por su segundo disco grabado. Y con cierto éxito. La canción me gustó mucho. Tenía tanto que darte.
Esta chica, no sé lo que pensaría cuando acabó aquella edición de OT. Probablemente le diera el bajón de ser de las primeras expulsadas y que al final del concurso nadie se acordara de su nombre salvo por ser la primera en abandonar la academia. Después de casi 10 años, currando y currando, ha logrado entrar en el mercado español con, ya lo he dicho, cierto éxito y canciones agradables. Pero no soy yo un crítico musical, ni esto los 40 principales.
Me vengo a referir al poder del compromiso. A la fuerza de voluntad y a las ganas.
En esta vida, descrita por algunos como una corriente cuesta abajo, en la que somos simples hojas de árbol, que nos arrastramos y chocamos, hay que tener muchos huevos para ir a contracorriente. Eso que musicalmente le ha ocurrido a Nena Daconte, puede traspolarse a casi cualquier situación de la vida.
Los cirujanos, en nuestra vida, estamos respaldados por una cierta sensación de corporativismo, completamente falsa, a veces. Son pocas las personas que le respaldan a uno, cuando es verdaderamente necesario. Pero uno no puede abandonar la academia. No puede decir, pues será que esto no es lo mío. Será que los demás son mejores. No.
Uno debe ser como la gota de agua, que gota a gota, va haciendo un boquete en la piedra. Esa soledad no es negativa. Ni todo lo contrario. Esa soledad es el precio justo que pagamos por llegar de verdad, de corazón, al corazón de nuestros pacientes. Llevándoles todo nuestro armamento terapéutico y sentimental. A veces, también será, la soledad no es más que el resultado de las envidias que despertamos.
La soledad no debe desanimarnos. No debemos cesar en nuestro empeño. Ignaz Semmelweis fue un incomprendido. Sus colegas y amigos se alejaron de él, creyéndolo un loco. Él murió en un asilo, presa, probablemente, del Alzheimer. Murió sólo. Y todo, por sus creencias. Por sus ganas de hacer el bien. Por afirmar que las infecciones quirúrgicas se podían prevenir. Simplemente, lavándose las manos antes de operar. Y al final, le dieron la razón.
Pues ayer mismo, escuché una canción de esta Nena Daconte que, al parecer, va por su segundo disco grabado. Y con cierto éxito. La canción me gustó mucho. Tenía tanto que darte.
Esta chica, no sé lo que pensaría cuando acabó aquella edición de OT. Probablemente le diera el bajón de ser de las primeras expulsadas y que al final del concurso nadie se acordara de su nombre salvo por ser la primera en abandonar la academia. Después de casi 10 años, currando y currando, ha logrado entrar en el mercado español con, ya lo he dicho, cierto éxito y canciones agradables. Pero no soy yo un crítico musical, ni esto los 40 principales.
Me vengo a referir al poder del compromiso. A la fuerza de voluntad y a las ganas.
En esta vida, descrita por algunos como una corriente cuesta abajo, en la que somos simples hojas de árbol, que nos arrastramos y chocamos, hay que tener muchos huevos para ir a contracorriente. Eso que musicalmente le ha ocurrido a Nena Daconte, puede traspolarse a casi cualquier situación de la vida.
Los cirujanos, en nuestra vida, estamos respaldados por una cierta sensación de corporativismo, completamente falsa, a veces. Son pocas las personas que le respaldan a uno, cuando es verdaderamente necesario. Pero uno no puede abandonar la academia. No puede decir, pues será que esto no es lo mío. Será que los demás son mejores. No.
Uno debe ser como la gota de agua, que gota a gota, va haciendo un boquete en la piedra. Esa soledad no es negativa. Ni todo lo contrario. Esa soledad es el precio justo que pagamos por llegar de verdad, de corazón, al corazón de nuestros pacientes. Llevándoles todo nuestro armamento terapéutico y sentimental. A veces, también será, la soledad no es más que el resultado de las envidias que despertamos.
La soledad no debe desanimarnos. No debemos cesar en nuestro empeño. Ignaz Semmelweis fue un incomprendido. Sus colegas y amigos se alejaron de él, creyéndolo un loco. Él murió en un asilo, presa, probablemente, del Alzheimer. Murió sólo. Y todo, por sus creencias. Por sus ganas de hacer el bien. Por afirmar que las infecciones quirúrgicas se podían prevenir. Simplemente, lavándose las manos antes de operar. Y al final, le dieron la razón.
Ignacio Felipe Semmelweis
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miércoles, 8 de octubre de 2008
De la Patrona y los Nóbeles
Hoy me tengo que dividir en el post. Primero, para hablar de las damas. En tal caso, ayer fue el día de la Patrona de Cádiz, la Virgen del Rosario. Echando la vista atrás unos años, recuerdo cuando, de crío, mis padres nos conducían a mis hermanos y a mí, hasta la Iglesia de Santo Domingo, a llevar el tradicional nardo a la ofrenda floral que se le rinde.
Hay una imagen de la Virgen del Rosario en Cádiz llamada la Galeona. Esta es una Virgen muy especial para el mundillo de la navegación, puesto que, desde la antiguedad, los galeones que iban y venían de las Américas, la llevaban en su nave capitana. Actualmente el Elcano lleva siempre una imagen de la misma, acompañándolo en todas sus vueltas al mundo.
Por otra parte, la imagen actual que se venera en Cádiz, data de 1943, pero anteriormente dos copias fueron destrozadas:
- La primera, en el asalto angloholandés de 1596. La imagen fue arrastrada y acuchillada por las calles de Cádiz, por unos hoolligans de la época. Al parecer, unos ingleses católicos la recogieron, la llevaron a Gran Bretaña y luego la donaron a una iglesia que existe en Valladolid.
- La segunda, fue quemada durante la República, en 1931.
Este año siento mucho no haber podido acudir a ver a La Patrona paseándose por las calles de Cádiz. Algún día igual intento portarla, cargarla al hombro y enseñarla al resto de mis paisanos. Ya veremos.
En segundo lugar, el post lo quiero dedicar a dos de los premios Nobel.
Por un lado, el de Medicina, ha recaído en los descubridores del Virus del Papiloma Humano, causante del cáncer de cérvix. También a los descubridores del Virus de la Inmunodeficiencia Humana, del SIDA. Gracias a ellos, se identificaron dos de los enemigos más feroces de la medicina del último siglo.
Harald zur Hausen, descubridor de los virus del papiloma humano (a la izquierda)
y los franceses Francoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, descubridores del VIH (centro y derecha)
Shimomura y los estadounidenses Martin Chalfie y Roger Y. Tsien
Vaya mi más sencillo y humilde reconocimiento para estos genios de la Investigación. En unos tiempos en los que sólo la mentira de los políticos y la tiranía de la violencia llenan nuestra actualidad, es agradable tener noticias de este tipo. Gente que se parte el alma y las neuronas investigando toda su vida algo, y que merecen este premio. Hay otros muchos investigadores que no llegan a nada. Pero en Investigación, el no llegar a nada, ya es llegar a algo.
lunes, 6 de octubre de 2008
El libro esperado
La idea de este post, es que básicamente llevo un par de años intentando hacerme con un libro. Un libro especial, algo que no está en cualquier librería.
Esta mañana, al levantarnos, plácidamente cual mañana de domingo (el domingo es el día del Señor, y yo soy un señor), Mari ha tenido la idea de ir a visitar la Feria del Libro que hay en el paseo de Alfonso X. Hoy era el último día. Así he podido visitar varios stands y en uno de ellos lo he encontrado.
Murcia, ayer y hoy.
El libro esperado. Un libro que me hablara de la Historia de Murcia. Está editado en 1983, pero me da igual. Yo quería algo que me hablara de la historia antigua de Murcia. Saber un poquito, nada más. Empaparme de la cultura de la huerta y del agua. Acercarme más a mis amigos y compañeros. A mis pacientes. A la gente que, hoy por hoy, nos rodea. Amar a esta tierra y a su gente. Todo eso lo conseguiré a medida que sepa de dónde provienen. Pero hoy lo tengo más fácil. Porque ya tengo en mis manos, el libro esperado.
viernes, 3 de octubre de 2008
Dinero fácil
De lo poco decente que se puede ver en la tele, es el programa de Cuatro, "Callejeros". Junto con CSI Las Vegas, son mis dos pasiones televisivas.
El programa de ayer, digno de ver, mostraba los famosos botellones de la gente de mi edad. La movida. Bueno, una movida un poco chunga, porque, a decir verdad, los de Callejeros siempre se van a la flor y nata de cada lugar. Cristal, tripis, coca... y todo un sinfín de drogas de dudosa generación eran exhibidas sin temor y sin escrúpulos ninguno, tanto por los perros que las vendían como por los burros que las tomaban.
Y da mucho que pensar. Gente joven, muchos de ellos, con muchísimo talento por desarrollar, que por culpa de un ambiente, de amistades, de lo que sea, acaban haciendo de su vida, el más estrepitoso de los ridículos.
Yo creo que somos un país especial. Por muchos motivos, lo digo. Pero no sé qué pensarán los alemanes o los franceses o los americanos, cuando ven esas imágenes de nuestros jóvenes españoles haciendo el capullo. Porque allí, movida habrá, claro, pero es que aquí de lo que no vamos sobrados es de genios de casi nada. Un ejemplo. La semana pasada, el chico que se pone en las fotos al lado de la Carla Bruni, creo que se llama Sarkozy, invitó a unos colegas a su casa a tomar cafelito y charlar de la crisis. ¿A España la invitaron? ¿No? ¿Por qué será?
Ay, los genios. Los genios no se fraguan en la incultura y en un país de aquí hay tomate. Los genios no se fraguan en una tierra donde el más listo es el que menos estudia (y más aprueba sin estudiar...). Me da pena y vergüenza que en mi país, se nos caiga el culo al suelo por tener un iPhone o una tele de plasma, sin saber si quiera un cuarto de hora de la Historia de España. Y lo peor: me da miedo ver cómo los jóvenes se aferren a la botella y al canuto para solucionar las crisis (económicas o no).
En "Callejeros" salieron hablando 2 o 3 chicos jóvenes que vendían coca. ¿La razón? No podemos vivir en este país sin 10€. Dinero fácil.
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Apartamur
Mis queridos lectores y lectoras (según la ministra "gaditana" -me cachi en la mar - Bibiana Aído, es asín y ya está), debo informaros que me he mudado. Bueno, yo y Mari y treintamilcajasdecosasquenosabíamosqueguardábamos.
En mi pequeño periplo de inquilino me he dado cuenta de, básicamente, 2 cosas:
1ª. Una mudanza es un auténtico coñazo. Es insufrible embalar cosas para unas horas después desembalarlas. Mis riñones lo han sentido, y bien.
2ª. El cariño que se le puede coger a una casa que no es tuya.
En mi pequeño periplo de inquilino me he dado cuenta de, básicamente, 2 cosas:
1ª. Una mudanza es un auténtico coñazo. Es insufrible embalar cosas para unas horas después desembalarlas. Mis riñones lo han sentido, y bien.
2ª. El cariño que se le puede coger a una casa que no es tuya.
Estos dos puntos son importantes, puesto que ya estamos instalados en una casa nueva, más grande y más bonita. La mudanza ya pasó. Ahora toca el turno de ordenar y darle nuevo cobijo a los objetos más inverosímiles. Y por la parte del cariño, pues también nos tocará cogerle cariño a esta nueva casa.
Pero Apartamur fue una época muy bonita. Una época dorada. Nuestro primer piso de novios. La primera vez que vivíamos y compartíamos techo. Recuerdo la primera vez que entré en ese apartamento de la Avda. Juan Carlos I, de Murcia. Todo luminoso. Pequeño (muy pequeño) pero acogedor.
Anteayer me despedí de ese trozo de nuestra vida, cuando ya estaba vacío y no quedaba ni rastro de nuestro paso. Sólo estaba el esqueleto de la casa. La vida, el alma de la casa, está ahora en otro barrio de Murcia, cerquita, para no perder de vista el anterior.
En fin, que voy a seguir desembalando cajas. Hasta mañana.
jueves, 2 de octubre de 2008
El parto
El destino ha querido regalarme la oportunidad de poder estar hoy en el hospital (¡qué raro!), para poder ver nacer a Javi, el niño que vino de París.
Os digo que es el primer parto de alguien cercano a quien tengo la oportunidad de acompañar. Un parto siempre es una experiencia muy bonita para quienes trabajamos en esto de la salud. Es la presencia de un nuevo ser entre nosotros, y esos cachetazos en el culo y ese primer llanto, son un sonido que sabe a gloria y que nos emociona a todos los que lo presencian.
La mamá se puso de parto anoche. Vino a nuestra nueva casa (pensaba publicar hoy un post llamado APARTAMUR, que ya está escrito, pero la necesidad ha hecho que lo cambie por este otro), pues eso, vino anoche a casa, a la nueva casa que estrenamos Mari y yo. Y después de un rato de conversación y demás, la acompañamos a la suya. Pero al ratito se indispuso y hubo señas de que Javi-hijo es un pequeño cotilla y quiere saber qué pasa a su alrededor.
En fin, que a estas horas, os escribo desde el hospital y esperamos que todo vaya bien. La mamá ahí la he dejado, con Mari, resoplando y empujando (lleva una buena epidural), a ver qué pasa. Ya queda poco.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Toda la mar por delante
Me gustaría dejaros hoy con un tema de Javier Ruibal que me gusta muchísimo. Se llama TODA LA MAR POR DELANTE. Disfrutadlo y que paséis un buen día.
Gracias a "milaraven" por colgarlo en YouTube y por el montaje.
Gracias a "milaraven" por colgarlo en YouTube y por el montaje.
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