viernes, 26 de septiembre de 2008

Los girasoles ciegos

En una de esas tardes tan placenteras que Mari y yo nos dedicamos a nosotros mismos, fuimos el pasado miércoles a ver Los girasoles ciegos. Película, que según tengo entendido, entrará en la carrera a por el Óscar.




La película está bien articulada. Tiene mucho de crítica anticlerical y es un poco rojilla. Pero me gustó mucho. Nos vuelve a enseñar, como ya expuse en el post "Dachau" (septiembre 2008), que no es malo mirar atrás. La historia no está para avergonzarse, sino para aprender.


En la peli, Javier Cámara interpreta el papel de un escritor del bando republicano que vive en un escondrijo dentro de su casa, y pasa por "desaparecido" de cara al régimen. Cuántos Javier Cámara (Ricardo, en el film), se tendrían que esconder para guardar el pellejo. La cantidad de Maribel Verdú (Ana) que tendrían que aguantar carros y carretas, mientras eran insultadas e increpadas por asquerosos soldados. Y a la inversa. Cuántos buenos sacerdotes murieron por los disparates de otros muchos. Cuántas obras de arte de la Iglesia, quemadas y destrozadas por la ira y el rencor.


En esta tarde soleada de otoño, tranquilo desde mi ventana, observo la paz y la calma que sedestan sobre Murcia. Y veo que la gente disfruta. Disfruta paseando. Con los niños en los parques. Jugando al fútbol. Montando en bici.


Me encanta mirar al cielo y observarlo, azul, impoluto. Ver nubes, pareidolias. Y saber que, si seguimos así, nuestros hijos no tendrán que mirar al cielo, como nuestros abuelos, para ver dónde caerán las bombas de los aviones.

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